jueves, 30 de noviembre de 2017

Cuando las “papas” queman

La jornada llegaba a su fin una vez más, y sobre la mesa, la taza de café se estaba enfriando. Pensativo y con la mirada clavada a lo lejos, estaba realizando una evaluación de cómo había resultado el día, se preguntaba cómo podía ser factible haber sorteado todos esos obstáculos que durante toda la mañana y la tarde se presentaron. Y no en un solo frente, sino que, en varios, la familia, el trabajo, las finanzas, etc.
Las últimas semanas habían sido de mucha tensión ya que en la oficina parecería que nadie se animaba a tomar una decisión, todo recaía sobre su persona. Hasta el ultimo detalle se lo presentaban para que decida, y a eso la presión por lograr los resultados, estaba empezando a causar estragos en su ánimo. 
Hacia unos momentos había cortado el teléfono con sus padres, molesto, ofuscado porque no podía entender su necedad en seguir haciendo lo mismo que sabían estaba mal. Les había advertido infinita cantidad de veces, pero no había caso y ahora la responsabilidad recaía sobre él, era él quien debería solucionar el entuerto. Bueno pensó, son mayores y después de todo les debía honra y respeto, es lo que dice el quinto mandamiento y hasta si se quiere por una cuestión egoísta. Recordó que era el primer mandamiento con promesa y el cumplirlo nos asegura que seremos de larga vida y que todo nos ira bien (Efesios 6:2-3 parafraseado), además en sus años de niño ellos habían estado siempre para él, se lo merecían como retribución al sacrificio que hicieron para que no les faltara nada.
Para completar, y por si todo fuera poco, en su casa las cosas no eran muy distintas, tal vez producto de la trasferencia del estrés la interrelación con sus hijos se había empezado a erosionar, su esposa estaba a su lado tratando de amortiguar las cosas como mediadora entre los diferentes actores de la convivencia hogareña, pero tal vez la situación pronto encontraría un tope y entonces la hecatombe se desataría. Esperemos que no ocurra pensó y trato de desviar la atención hacia otra cosa, además a cada día le basta su afán se dijo recordando la cita de Mateo 6:34.
Como había llegado a esa situación? Como fue posible que las cosas se salieran de control? No podía evitar cuestionarse porque Dios permitía que ocurrieran. Además, él se consideraba un hijo obediente, que asistía regularmente los domingos al servicio, que no faltaba a las reuniones bíblicas, y nunca fue escaso con sus diezmos y ofrendas, seguramente algo había pasado por alto, pero en fin ya habría tiempo para analizarlo después se dijo. 
Muchos de nosotros podríamos identificarnos con estas situaciones, tal vez no por la exactitud de las mismas, pero si porque muchas veces nos vemos sobrepasados por todo aquello que nos acontece en nuestra vida cotidiana. Es en estos momentos cuando nuestra reacción más lógica es intentar sacar fuerzas de donde no existen para que las situaciones nos encuentren por lo menos con los puños levantados, y en algunos casos como última opción, cuando ya no podemos más, entonces buscamos esa ayuda divina que nos permita afrontar la situación, cuando en realidad esa debería ser nuestra primerísima opción ya que la Biblia dice que no es con nuestras fuerzas, sino con Su Espíritu (Zacarias 4:6). 
Por eso, en estos casos, deberíamos preguntarnos cómo esta nuestra relación con Dios? Dependemos absolutamente de Él o es que estamos siendo religiosos, llenos de actividades que se interponen en nuestra intimidad diaria con nuestro Padre? Tenemos una verdadera y genuina relación con nuestro creador? Cómo está nuestra vida oración? O es que nos hemos llenado de actividades, las cuales aun con su manto de “buenas obras”, en realidad lo que logran es distanciarnos de Él? No es que las buenas obras sean malas, de hecho, el mismo Jesús dijo que cuando hacemos algo por el prójimo, se lo estamos haciendo directamente a Él (Mateo 25:40), pero cuando esas actividades ocupan todo nuestro tiempo y se interponen en nuestra intimidad con Dios, es cuando empiezan los problemas.
Satanás, la serpiente antigua es muy astuta, y como siempre anda al acecho buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), estamos expuestos a la posibilidad de que al igual que engaño a Eva, pueda engañarnos a nosotros (2 Corintios 11:3). El lobo ataca a la oveja que se aparta del rebaño!!!
Por eso la próxima vez que como malabarista estemos cuidando que las bolas que mantenemos en el aire no se caigan, humillémonos ante la poderosa mano de Dios, echando toda nuestra ansiedad sobre Él, quien además cuida de nosotros (1 Pedro 5:6-7 parafraseado), para que luego que hayamos sufrido un poco nos perfeccione, afirme y fortalezca (1Pedro 5:10), porque además todo resulta para bien para quienes aman al Señor (Romanos 8:28 parafraseado).

lunes, 30 de octubre de 2017

En la sala del juicio

Todo estaba predispuesto esa mañana para el importante juicio que se llevaría a cabo en unas horas más. La sala brillaba imponente, después de todo este no era un juicio más, sino uno que definiría el destino del acusado por el resto de su eternidad.
El fiscal acusador había llegado temprano con el legajo del caso bajo el brazo. Colocó sobre la mesa toda la información referente a los antecedentes del acusado. En los días previos se había tomado todo el tiempo necesario para estudiar cada una de las transgresiones que el pobre individuo había cometido en los años anteriores. Estaba seguro de dominar todo el historial del mismo. Se sabía al dedillo las veces que el acusado había faltado a cada una de las normas que estaban establecidas y que los habitantes de esa tierra debían cumplir. Los años que llevaba ejerciendo su función de acusador, presagiaban que esta vez quien estaba sentado en el banquillo de los acusados no se le escaparía como la vez anterior. Esta vez sí!, pensó. Al final del juicio el alma del pobre individuo iría a parar al lugar que le corresponde. Lo presentía, no había forma de que se salve. Los cargos en su contra eran demasiados, tantos que cualquier cosa que hubiese hecho por su cuenta para paliar lo malo de su conducta, no bastaría. La victoria estaba asegurada!!!!
Del otro lado del salón, el acusado aun esperaba un milagro. Algo que pudiese jugar a su favor y así evitar la condena de la que tanto le habían advertido anteriormente. Oh! si tan solo hubiese prestado atención a cada una de esas personas que en resumida cuenta le advertían que solo existía un camino a seguir, que solo había una forma de no terminar donde sería el llanto y el crujir de dientes, pero ya era demasiado tarde, él no había hecho caso a cada una de esas advertencias. Además, le habían dicho que el juez que atendería su causa llevaba años ejerciendo la profesión, y se caracterizaba por ser un juez lleno de amor. En otras palabras, podía esperar que no fuese tan duro con la condena, tal vez se compadecería y luego de un breve tiempo en un lugar donde paliar su culpa podría disfrutar de los beneficios que tenían quienes lograban salir airosos del juicio. Miró su reloj impacientemente, llevaba un buen tiempo en la sala y tanto el juez como su abogado defensor no aparecían. Mientras tanto el fiscal no dejaba de mirarlo con esa sonrisa en el rostro de quien se sabe triunfador.  Buscó distraer su mente con las cosas que había hecho en su vida pasada, como buscando contrapesar las buenas y malas obras de su vida anterior, porque después de todo no era tan mala persona, si bien tenía sus “pecadillos”, de los cuales se había arrepentido oportunamente, también tenía a su favor las buenas obras que había hecho.
Por fin llegó el Juez, acompañado del abogado defensor. Inmediatamente notó cierta familiaridad entre ellos, por lo que pensó que tal vez contase con cierta ventaja. Habrán estado conversando en la trastienda sobre su caso? Podría jugar a su favor el hecho de que aparentemente se conocieran desde hace mucho tiempo?
Inmediatamente se procedió a la apertura del juicio, la sola presencia del juez en la sala imponía respeto. Se lo veía como lo habían descrito anteriormente, un juez de puro amor, pero un detalle había pasado desapercibido entre aquellos que habían dado referencias de Él, y es que también se lo veía un juez justo. Se sentó en el trono principal, saludó a los presentes y seguidamente se dispuso a escuchar con atención los pormenores de la causa. El fiscal acusador hizo uso de la palabra y descargó toda su artillería de pruebas contra el acusado. Una vez que terminada su exposición el juez se dirigió al abogado defensor, y con un tono solemne pero fraternal le preguntó, se halla su nombre inscrito en el libro de los que viven? La sala enmudeció atenta a la respuesta. El fiscal aguardaba estupefacto.
La Biblia declara que, ante el juicio del gran trono blanco, quienes no tengan su nombre inscrito en el Libro de la Vida, serán lanzados al lago de fuego (Apocalipsis 20:15), pero al mismo tiempo dice que de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su unigénito Hijo, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda y tenga vida eterna (Juan 3:16). 
Cuando estemos sentados en el banquillo, cuál será la respuesta? Figuraría nuestro nombre en ese Libro de la Vida? Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:10). Esto no es por algo que nosotros mismos hayamos podido hacer o conseguir, sino por la Gracia y el Favor de Dios. No es el resultado de nuestras acciones, de modo que nadie puede gloriarse por ello (Efesios 2:8-9 NTV Parafraseado), porque hay uno solo que fue molido por nuestros pecados, y sobre quien cayó el precio de nuestra paz (Isaías 53:5 parafraseado). De la respuesta depende nuestra vida eterna!!

jueves, 31 de agosto de 2017

Qué les podemos pedir?

Fue la pregunta que surgió en un grupo de whastapp al que pertenezco, cuando alguien subió la foto de un vehículo de alta gama estacionado en un lugar prohibido frente a una institución de educación a la cual se supone asiste gente de cierta posición económica. Y es que muchas veces en nuestra vida nos encontramos con circunstancias en las cuales la educación cívica y nuestro buen juicio nos dictan que el actuar de alguien más no es el correcto. 
En la mayoría de las veces damos rienda suelta a nuestros impulsos y nos convertimos en jueces y verdugos de quienes se han equivocado en su proceder, y por si esto fuera poco en el ejercicio de esta auto-proclamada investidura, parecería ser que la vara de medición la ajustamos a ojo de buen cubero según el grado de instrucción que estimamos haya recibido el sujeto sentado en el banquillo de los acusados. 
En la mayoría de las veces la altura de esta vara la ajustamos con el nivel del poder adquisitivo, el cual no va más allá de una estimación nuestra según vemos como viste, en que se moviliza, el nivel de instrucción educativa que posea, o el lugar donde se haya formado. Y ni que decir si nos aventuramos a suponer el origen de su buen pasar. 
En otras palabras si estimamos que su poder adquisitivo es elevado nuestro nivel de exigencia hacia su conducta será más estricto, y esto porque a nuestro criterio tuvo más oportunidades que otros, y por ende, si la estimación de su posición financiera es baja, el nivel de exigencia tiende a ser más permisivo, puesto que suponemos ha tenido menos oportunidades en la vida, o dicho de otra manera que les podemos pedir a los menos favorecidos económicamente, si los que tienen mayores oportunidades no son capaces de…… (complete el lector la frase con las palabras que sean de su agrado).
En el Sermón del Monte, como son conocidas las enseñanzas de Jesús que se encuentran en los capítulos cinco, seis y siete del Libro de Mateo, encontramos lo que la propia Palabra de Dios definió como la Regla de Oro, “así como quieres que hagan contigo, hazlo tú a los demás.”
Normalmente este principio se explica desde la óptica de que debo ser yo el primero que lo ponga por práctica, para luego esperar que los demás lo hagan, lo cual es correcto. De hecho, el mismo Jesús enseñó que primero debemos mirar la viga en nuestro ojo, antes que la paja en el ajeno (Lucas 6:42 parafraseado). Pero, nos hemos preguntado que pasaría si en vez de juzgar a los demás, les pidiéramos que apliquen este mismo principio? Si a todos por igual sin entrar a tallar las oportunidades que hayan tenido, o la formación que hayan recibido, o más allá de su condición económica, la vara de medición fuese la puesta en práctica de esa “Regla de Oro”?. Seriamos capaces de imaginar un mundo en el que todos nuestros actos estén guiados por la manera en que los mismos afectarían a nuestros prójimos? Dónde cada decisión que uno tome, esté fundamentada en cómo afectaría a los demás?
Ya sé! Suena muy idealista, pero en realidad estaríamos dando cumplimiento al nuevo mandamiento que nos dio Jesús, el que nos amemos unos a otros (Juan 13:34-35 parafraseado).
Algunos tal vez piensen que en el tiempo en que se escribieron los libros que componen la Biblia muchas de las situaciones actuales no se vivían o no formaban parte de la realidad de ese momento. Otros tal vez sostengan que los problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad difieren de los que en ese tiempo existían, o son mucho más complejos, o peor aún consideren que lo que en ella está escrito no se ajusta a la actualidad de hoy. Otros tal vez prefieran separar las cosas y dejar las cuestiones “religiosas” al ámbito de la iglesia, algo así como si viviéramos en compartimiento estancos, pero eso sería como tratar de separar al hombre en áreas independientes, como, por ejemplo, separar las emociones de la parte física o biológica, y sabemos que el ser humano es una unidad integral, única e indivisible.
Lo cierto es que en la Biblia se encuentran un cumulo de enseñanzas, la cuales sirven al hombre para tener una vida exitosa, llena de optimismo y de salud mental, en ella encontramos solución para los más diversos y variados temas a los que se enfrenta la humanidad, y por si fuera poco transforma la mente y los corazones de quienes se aferran a Ella. Ocurre que lastimosamente satanás, el dios de este mundo, ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la verdad del evangelio de Cristo (2 Corintios 4:4), y de ese modo con su astucia nos engaña diariamente al igual que lo hizo con Adán y Eva en los origines de la creación con el propósito de que vivamos alejados de Dios. 
Hoy al igual que en el pasado, Dios pone delante nuestro la vida y la muerte, y nos da la libertad de elegir entre ellas. Al optar por la vida; lo que en otras palabras significa elegir su Palabra; nos garantiza una vida de bendición (Deuteronomio 30:15-19 parafraseado). Por lo tanto, pongamos su Palabra por obra, alineemos nuestro corazón al centro de su Voluntad y esa paz que sobrepasa todo entendimiento guardará nuestros corazones (Filipenses 4:7 parafraseado).

viernes, 30 de junio de 2017

Orgullo que mata vs. Humildad que salva

Una de las definiciones que da el diccionario de la Real Academia Española de la lengua para el vocablo Orgullo, dice que es la arrogancia, vanidad o el exceso de estimación hacia uno mismo. Similar significado tienen la suficiencia, la soberbia, la altivez, el engreimiento y algunas otras palabras más, que muchas veces definen la conducta que tenemos los seres humanos hacia los demás.
En ciertas ocasiones de la vida, en distintas circunstancias que se nos presentan, cuando nuestra opinión o nuestro punto de vista con relación a determinada situación se ve confrontado, y nuestro ego se ve amenazado, parecería que nuestro sistema de defensa casi sin percibirlo ingresa en modo orgullo y no somos capaces de practicar la empatía o lo que es lo mismo ponernos en el lugar del otro, no somos capaces de siquiera intentar razonar como o porque el otro está haciendo o actuando como lo hace, y por ende lo menospreciamos. Esto automáticamente produce una brecha infranqueable que nos divide y distancia, la que indefectiblemente permanecerá hasta que alguno de los involucrados decida cambiar, su postura. 
En otras palabras, hasta que no construyamos puentes que conduzcan nuevamente a un reencuentro con la otra parte, esa brecha o distanciamiento permanecerá en el tiempo con la posibilidad de ir acrecentándose hasta un punto en que las posiciones asumidas por cada parte sean irreconciliables, y como uno no sabe las vueltas que da la vida, lo que tal vez hoy nos permita encontrarnos en una posición en la que nuestro orgullo y nuestra soberbia, nos otorguen una postura fuerte e intransigente, tal vez mañana no sea de ese modo, y hasta inclusive denote una debilidad. Es ahí cuando podríamos lamentar el no haber sido más humildes de corazón. 
Nuestro orgullo, arrogancia, soberbia, o como nos guste llamarla, nos puede jugar una mala pasada. Porque, en primer lugar, al permanecer cada uno en su posición difícilmente podamos encontrar una solución a la circunstancia o dificultad que estamos atravesando. Y esto es aplicable a todos los ámbitos de nuestra vida, tanto en el ámbito profesional, como el familiar, y hasta inclusive en lo social.
Muchas relaciones matrimoniales, familiares, laborales o incluso años de amistad se han visto afectadas porque en algún punto ninguna de las partes ha querido ponerse en la posición de la contraparte. Cuántas veces el hecho de sobreestimar nuestras acreencias, sean del tipo que estas sean, no han permitido que podamos encontrar un punto de convergencia para evitar que relaciones de larga data se vean interrumpidas por supuestas posturas irreconciliables. En segundo lugar y aún más importante todavía, es que el hecho de que permanecer en el orgullo hace que vayamos en contra de lo que la Palabra de Dios dicta y es que ella nos dice que debemos ser realistas al evaluarnos a nosotros mismos y que ninguno debe creerse mejor de lo que realmente es (Romanos 12:3 NTV parafraseado). Justamente este fue el pecado de satanás, el cual aun habiendo sido creado perfecto, lleno de sabiduría y acabado de hermosura (Ezequiel 28:12), enalteció su corazón y a causa de ello corrompió su sabiduría (Ezequiel 28:17 parafraseado). 
En otras palabras, sabiéndose perfecto, fue falto de humildad y quiso ocupar el lugar de Dios, rebelándose contra Él, y del mismo modo cuando nuestro orgullo y nuestra soberbia nublan nuestro entendimiento nos exponemos a que igual que a satanás nos falte humildad, y se produzca en nosotros la misma rebeldía para con Dios, cosa que Él detesta, y lo dice bien claro en su Palabra, la soberbia y la arrogancia aborrezco (Proverbios 8:13 para fraseado), y como consecuencia resiste a quienes hacen gala de ella, dando en cambio gracia a los humildes (Santiago 4:6 parafraseado). 
El problema de la rebeldía no radica solamente en que nos exponemos a rechazar a Dios y todo lo que ello implica para nuestra vida eterna; puesto que al ser la rebeldía equivalente al pecado de hechicería (1 Samuel 15:23) formaremos parte de los que la practican, y por lo tanto tendremos nuestra parte en el lago de fuego que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8); sino que además cuando no oímos la voz de Dios, quedamos a la dureza de nuestro corazón y caminamos en nuestros propios consejos (Salmos 81:11-12 parafraseado), y como lo dijo Jesús, separados de Él nada que lleve buenos frutos podremos hacer (Juan 15:1-5).
En todo caso, si de algo debemos gloriarnos, si de algo nos deberíamos sentir orgullos, debería ser de conocerlo y comprender que Dios es el Señor, que actúa en la tierra con amor, con derecho y justicia. Esto es lo que le agrada (Jeremías 9:24 parafraseado). Porque después de todo, todo es de Él, por Él y para Él. A Él sea la gloria por lo siglos. Amén (Romanos 11:36).

miércoles, 31 de mayo de 2017

Moneditas de Oro

En cierta ocasión conversando con una persona sobre diversos temas referente a las relaciones interpersonales, mi interlocutor me dijo que llegó a la conclusión de que él no era monedita de oro para caerle bien a todo el mundo.
En ese momento parecía ser una manera de pensar bastante realista, y hasta una buena justificación para cuando uno no comparte la manera de pensar de otros. Y es que no podemos pretender caerle bien a todo el mundo, puesto que eso implicaría que debemos pensar y actuar todos de la misma manera y se sabe que ello no es posible. Y es que siempre van a existir diferentes posturas y diferentes puntos de vista sobre hechos y circunstancias determinadas, debido a la diversidad de personas existentes sobre la faz de la tierra. Algunos compartiremos ciertos criterios o pensamientos con otros, pero difícilmente estaremos de acuerdo en la totalidad de las cosas, salvo que lo hagamos expresamente y con intencionalidad, es decir buscando la aceptación de determinado grupo al cual deseamos pertenecer. 
Abraham Maslow, autor de la famosa pirámide que lleva su nombre, habla de la jerarquía de las necesidades humanas, y las clasifica en cinco categorías en orden de prioridades donde la cuarta categoría corresponde a las necesidades de estima o reconocimiento.
Esta necesidad de autoestima es lo que da el pilar fundamental para que el ser humano se convierta en una persona de éxito o alguien abocado hacia el fracaso. Es por ello que cuando la persona siente que su autoestima es baja, busca por otros medios el reconocimiento público como un arma de defensa ante la sensación de fracaso o inseguridad que percibe de sí misma. 
En la Biblia encontramos varios ejemplos de gente que ha sufrido de baja autoestima o inseguridad, y de cómo reaccionaron ante determinada situación. Uno de ellos fue el propio Moisés, quien no se creía capaz de enfrentarse a Faraón aun cuando Dios, le dijo que estaría con él (éxodo 3:10-12 parafraseado), sin embargo, aun así, se presentó ante Faraón y ya sabemos cómo terminó la historia, fue él quien guio al pueblo de Israel a través del desierto. Otro ejemplo es el de Gedeón, a quien un ángel de Jehová le dijo que el libraría a su pueblo de los madianitas que los asolaban, y aunque era el menor de la casa de su padre, una pobre familia de la tribu de Manasés, aun lleno de dudas hizo caso de la promesa de Dios y cumplió su propósito (Jueces 6-7).  En cambio, tenemos el caso del Rey Saul quien cuando Samuel le profetizó que sería ungido por rey para Israel se consideró el menos importante de la pequeña tribu de Benjamín y en consecuencia se escondió (1 Samuel 9:22). Y ni que decir cuando se enfrentó a los filisteos en Gilgal, en vez de confiar en la palabra que había recibido por parte de Dios, actuó locamente y sin prudencia, lo que le costó que su reino no fuera duradero. (1 Samuel 13:11-14), y si a eso le sumamos su desobediencia a los mandamientos de Jehová (1 Samuel 15) comprenderemos por qué fue desechado.
El punto es, que no importa cómo nos veamos a nosotros mismos, o la impresión que podamos causar en los demás. Lo que a cada uno de nosotros le debe importar es como nos percibe Dios?, Qué opinión tiene de nosotros? Si al final seremos hallados siervos buenos y fieles, o seremos desaprobados como aquel que por temor escondió los talentos (Mateo 25). 
La Biblia nos dice que no debemos buscar la vanagloria del mundo, la cual no viene de Dios, sino del mundo en que vivimos, y las cosas del mundo y sus deseos pasarán, pero aquel que hace la voluntad de Dios, ese permanecerá para siempre (1 Juan 2:16-17 parafraseado). Por otro lado, si lo que buscamos es el reconocimiento de los hombres, el ser alabados por ellos, pues bien, esa será toda la recompensa que recibiremos y nada más. En cambio, por el contrario, si todo lo que hacemos lo hacemos buscando la justicia del Reino de Dios sin hacer alarde de ello, nuestro Padre que está en lo cielos lo verá, y nos recompensará en público (Mateo 6:1-4 parafraseado). En otras palabras, el norte de nuestra brújula debe estar en agradar a Dios, haciendo todo lo que hagamos de corazón, sabiendo que de Él recibiremos la recompensa de nuestra herencia. (Colosenses 3:23-24 parafraseado).
No importa si nos sentimos capacitados o no para llevar a cabo la tarea que se nos encomienda, recordemos que solo nos basta su Gracia, la cual se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9) y que lo vil de este mundo fue escogido por Dios para avergonzar a los sabios y a los fuertes (1 Corintios 1:26-28 parafraseado). Una pregunta final, en que banco nos cotizaremos como monedas de oro?

domingo, 30 de abril de 2017

Tolerancia Cero

A finales del siglo pasado la ciudad de Nueva York, era conocida por ser una de las ciudades más inseguras dentro de los Estados Unidos, producto de una combinación de vandalismo juvenil, epidemia de una de las drogas más adictivas que se conocen; el crack; y la corrupción imperante en el departamento de policía. En ese entonces se producían alrededor de más de cuatrocientos delitos por día.
Hoy en día esta ciudad se encuentra en una situación mucho mejor en materia de seguridad. Dicho cambio fue producto de una política que implementó el entonces alcalde de la ciudad, el señor Rudolph Gialiani y que se denominó tolerancia cero,
la cual tenía como uno de sus pilares, el no dejar impune el más mínimo acto delictivo, aun por más pequeño que este fuese. Esta política estaba basada a su vez en un estudio realizado en la Universidad de Harvard conocido como la Teoría de las Ventanas Rotas, la cual dice que, si en un bien existe un desperfecto visible por más pequeño que este sea, y no es reparado rápidamente, los vecinos terminarán por romper el resto de la pieza con defecto, y eventualmente toda la propiedad terminaría siendo destruída.
Si bien esta política permitió que la ciudad de Nueva York se recuperase de la mala fama acaparada en la última década del siglo pasado hasta convertirse hoy en una de las ciudades más segura de los Estados Unidos, que pasaría si llevamos la política de tolerancia cero a su expresión más extrema y personal, y la convertimos en un estilo de vida? 
No estoy diciendo que debamos negociar con las actividades delictivas o inmorales y adoptar una posición de mayor flexibilización con respecto a ellas. Estamos de acuerdo que cualquier acto criminal por más pequeño que sea debe ser juzgado y sancionado dentro de una ley justa y equitativa para todos sustentada en la premisa de que todo ser humano merece una segunda oportunidad para corregir sus errores, puesto que después de todo, si Dios nos da una segunda oportunidad a cada uno de nosotros, entonces quienes somos para no hacerlo con los demás?
Me refiero en realidad a cuando adoptamos la política de tolerancia cero para con nuestro prójimo en relación con las circunstancias que nos tocan vivir en el día a día y entonces no somos capaces de tolerar distintas maneras de pensar, no aceptamos que los demás puedan tener otro punto de vista que pudiese diferir del nuestro, y ni que decir cuando nos topamos con personas a quienes no conocemos, ni de quienes no sabemos absolutamente nada, y mucho menos que situación pueden estar atravesando en determinado momento, pero sin embargo somos implacables con ellos y le aplicamos toda la carga de nuestra intolerancia. El mínimo error desde nuestra óptica, y descargamos con ella toda la furia que podamos tener dentro.
Lo triste es que esta manera de reaccionar en muchas ocasiones se da hasta con quienes nos hacemos llamar hijos de Dios, sea cual fuera nuestra denominación congregacional, la mayoría de las veces estamos prestos a no dejar pasar por alto cualquier situación, cualquier error, inclusive de aquellos a quienes no conocemos pero que por algún motivo se cruzan en nuestros caminos y tienen la desdicha de que no aprobemos su manera de pensar o sus actos.
Este tipo de reacciones no se condice con lo que se espera de un hijo de Dios, ya que su Palabra nos dice que debemos andar como es digno para los llamados en Cristo Jesús con toda humildad y mansedumbre con paciencia en amor (Efesios 4:2 parafraseado), y que debemos soportarnos unos a otros, que si alguno tiene queja contra otro se la perdone, de la manera que Cristo nos perdonó, y que la paz de Dios gobierne el corazón de cada uno (Colosenses 3: 13-15 parafraseado).
Aun cuando nuestras limitaciones humanas quieren gobernar nuestros actos, debemos determinarnos a no permitirlo, pero y como lo logramos? Pues muriendo cada mañana a nuestra carne para activar la conciencia de Dios en nuestra vida. Nuestras decisiones no pueden ni deben ser emocionales, porque estas son originadas en el corazón y sabemos que el mismo es engañoso más que cualquier cosa (Jeremías 17:9 parafraseado), por lo tanto, por sobre toda cosa guardada debemos guardarlo, porque de él emana la vida (Proverbios 4:23).
Finalmente, nos gustaría ser receptores de la intolerancia de los demás? Estamos de acuerdo con que nos apliquen la tolerancia cero? O nos gustaría que la gente nos tenga paciencia? Pues entonces tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros, que después de todo es la Regla de Oro la que nos enseñó Jesús en el Sermón del Monte (Mateo 7:12). Evitar la pelea es una señal de honor; solo los necios insisten en pelear. (Proverbios 20:3 NTV).

viernes, 31 de marzo de 2017

Tercera Ley de Newton (principio de acción y reacción)

Sir Isaac Newton fue entre otras cosas, un matemático, filósofo y físico de origen ingles a quien se le deben las leyes que llevan su nombre y que establecen las bases de la mecánica clásica, y en particular aquellas que hacen relación al movimiento de los cuerpos.
Una de estas leyes conocida como la Tercera Ley de Newton, o principio de la acción y reacción, dice que a cada acción corresponde una reacción igual, pero de sentido contrario, o en otras palabras en cualquier interacción hay un par de fuerzas de acción y reacción situadas en la misma dirección con igual magnitud y sentidos opuestos. En términos más sencillos si golpeamos una mesa con fuerza, la sensación de dolor que sentimos es producida por la mesa que ejerce la misma fuerza sobre nuestro puño.
Esta misma interacción la podemos encontrar en muchas circunstancias de nuestra vida, y no solo en lo concerniente a movimientos y fuerzas aplicadas, sino también en la forma en que nos desenvolvemos en nuestro diario andar.
Salomón el hombre más sabio que ha existido a través de los tiempos (1 Reyes 4:30-31) y autor del Libro de los Proverbios ya lo dijo, la blanda respuesta aplaca la ira, en cambio la lengua áspera hace subir el furor (Proverbios 15:1). Dicho de otra forma, si queremos que nuestros oídos perciban palabras agradables (reacción), pues entonces debemos aplicar una acción igual, pero en sentido contrario. Es así de simple, y no existe otra manera. Para cosechar manzanas no puedo plantar limoneros.
Algo similar ocurre con el servicio a los demás. A quién no le agrada recibir ayuda de la gente que le rodea? Me atrevería a decir que, a todos nosotros en los momentos de angustia, dolor y necesidad, nos agrada que la gente que está alrededor de uno, le brinde su ayuda y colaboración (reacción). Pero deberíamos preguntarnos, sí por nuestros actos (acción) somos merecedores de dicha reciprocidad.
En este punto surge la pregunta del por qué debemos dar nosotros el primer paso (acción), y por qué no podríamos ser nosotros quienes reaccionan en vez de ser los que accionan?? Jesús dijo que sí alguno quería ser el primero en el Reino de los Cielos, debería hacerse el servidor de todos y ser el postrero (Marcos 9:35 parafraseado), por lo tanto debemos ser nosotros quienes demos el primer paso (acción) antes de esperar que sea nuestro prójimo quien lo haga, y debemos actuar de esta manera no solo con nuestro círculo más íntimo, o con quienes no tenemos ningún tipo de dificultad, sino inclusive con aquellos de los que nos separa alguna diferencia, y hasta con quienes no conocemos, puesto que también sobre ellos Dios hace salir el sol (Mateo 5:38-46 parafraseado).
Del mismo modo ocurre en nuestra relación con Dios, puesto que sí bien es cierto que los pensamientos que tiene Dios para cada uno de sus hijos son pensamiento de bien y no de mal (Jeremías 29:11 parafraseado), y de hecho en su Palabra existen más de tres mil promesas para cada uno de nosotros, para poder activarlas Él nos pide que las guardemos y pongamos por obra (acción), y no solo una parte, sino todo lo que en ella, la Biblia, se nos indica que hagamos puesto que entonces haremos prosperar nuestro camino y todo nos ira bien (reacción) (Josué 1:8 parafraseado).
Dios es un Dios misericordioso, quien nos amó con un amor ágape o incondicional aun antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), pero sin fe (acción) es imposible agradarlo puesto que el que a Él se acerca, es necesario que crea que existe y que es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11:6 parafraseado).
Hoy Dios pone delante de nosotros la vida y la muerte, escojamos pues la vida andando en sus mandamientos y amándolo (acción), para Jehová nuestro Dios nos bendiga y seamos multiplicados (reacción) (Deuteronomio 30:15-16 parafraseado)
En una escena de la película El Gladiador, el general romano Máximo Decimo Meridio arengando a sus hombres para la batalla, les dice que lo que uno hace en la vida (acción) tiene su eco en la eternidad (reacción), y más allá de la forma en que asumamos que sea esa eternidad, o como podemos acceder a ella, lo que hoy decidamos y la manera y el modo en que nos conduzcamos definirá nuestro destino en el más allá. Seremos herederos de Dios y coherederos con Cristo de la Gloria venidera (Romanos 8:17 parafraseado)? De nosotros depende!!

lunes, 27 de febrero de 2017

El genio de la lámpara

Me atrevería a decir que no hay quien no conozca la historia del clásico cuento infantil de Aladino y la lámpara maravillosa, que fue sacado de la obra Las mil y una noches, la que a su vez es una recopilación de cuentos tradicionales de Oriente Medio. El mismo nos relata la existencia de un genio dentro de una botella, el cual cuando es liberado ofrece en recompensa a la persona que lo libera una cantidad determinada de deseos, cuales quiera que estos sean. Este cuento ha servido de inspiración para una buena cantidad de chistes y chascarrillos de los más variados e inclusive hasta una serie de televisión, que los que somos ya un poco mayores tal vez la recordemos, Mi Bella Genio.
A quien no le gustaría encontrarse en la vida real una lámpara como esta, que con solo frotarla aparezca un genio que nos conceda deseos, que, aunque solo sean tres, son suficientes para solucionar varios de los problemas que nos aquejan en nuestra vida diaria y tal vez hasta nuestro futuro.
Los que hemos aprendido a tener una genuina relación de Padre e hijo con nuestro Creador, una que vaya más allá de una relación religiosa, por lo general lo hacemos por uno de dos motivos, por amor o por dolor, y me atrevería a decir que en la gran mayoría de los casos lo hacemos por esta última razón. Llegamos a rendirnos a sus pies llenos de heridas, tal vez con un corazón lastimado por cuestiones del pasado, magullados por los golpes que nos dio la vida, y hasta insatisfechos, sintiendo un gran vacío dentro nuestro. Es por ello que cuando nos dicen que Dios suplirá todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en Cristo Jesús (Filipenses 4:19), muchos pueden llegar a pensar que desde ese instante se acaban las dificultades, los sufrimientos, las necesidades y porque no también las aflicciones. Es como si Dios viniese a suplir en este mundo real la carencia del genio de la lámpara del mundo imaginario, y si bien es cierto, que si nosotros aun siendo malos sabemos dar buenas dadivas a nuestros hijos, cuanto más no nos dará Dios a quienes se lo pidamos? (Mateo 7:11 parafraseado), y aunque es cierto que la Palabra de Dios nos dice que sus pensamientos para con nosotros, son pensamientos de bien y no de mal (Jeremías 29:11 parafraseado), y que lo que Él tiene para los que le aman son cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni subió a corazón de hombre (1 Corintios 2:9 Parafraseado), no es menos cierto que fuimos advertidos por el mismo Jesús que en este mundo tendríamos aflicciones, pero que también no debíamos preocuparnos, puesto que Él ya había vencido al mundo (Juan 16:33 parafraseado).
La cuestión está, en cuál es la motivación de nuestro corazón, qué es lo que nos mueve, y es que muchas veces no recibimos aquello que anhelamos porque lo pedimos mal, lo hacemos para saciar nuestros deleites (Santiago 4:3 parafraseado). No debemos olvidar que Dios escudriña nuestra mente y prueba nuestros corazones, el cual es más engañoso que cualquier otra cosa (Jeremías 17:9-10 parafraseado).
Es que, en realidad, muy dentro nuestro podríamos llegar a suponer que Jesús, siendo el Hijo de Dios, vino a este mundo, para que nosotros pudiésemos conseguir todo lo que anhela nuestro corazón? Pasó lo que pasó en la Cruz del Calvario, tal como la película de Mel Gibson intenta reflejarnos, la cual se acerca bastante a la realidad, aunque esta aun supera a la ficción, para que nosotros podamos saciar nuestras necesidades? Para que cada uno de nosotros podamos conseguir todo aquello que deseamos obtener en esta vida? Era este el Plan Divino?
Es cierto, Jesús vino a libertar a los oprimidos y quebrantados de corazón, a sanar enfermos y a pregonar buenas nuevas a los pobres (Lucas 4:18 parafraseado), pero también les dijo a José y Maria cuando fueron a buscarlo con angustia, que en los negocios de su Padre le era necesario estar (Lucas 2:48-49 parafraseado). Y cuál es ese negocio? De que se trata? Pues bien, de la salvación de las almas que día a día se pierden, que día a día van a parar al infierno en las manos de satanás, porque como dice la Biblia, su pueblo perece por falta de conocimiento (Oseas 4:6 parafraseado).
Jesús dijo que nuestro Padre Celestial sabe de qué tenemos necesidad, pero que busquemos primeramente su Reino y su Justicia, y que todo lo demás nos vendría por añadidura (Mateo 6:32-33 parafraseado), y si dijo que lo hará, así será pues no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19 parafraseado).
Por cierto, en el cuento del genio de la lámpara, en determinado momento el protagonista lo pierde todo en manos de un embaucador, lo que fácil viene fácil se va. Solo logra triunfar sobre la adversidad cuando finalmente obtiene cierto grado de madurez. No esperemos a tener que madurar a la fuerza, acerquémonos pues confiadamente al torno de la Gracia (Hebreos 4:16).

martes, 31 de enero de 2017

Guiados por la obediencia

El alba despunta y la noticia empieza a propagarse rápidamente. Todos los medios del mundo dan eco a la tragedia que se ha cobrado una buena cantidad de vidas. Del total de personas que iban a bordo solo unas pocas han logrado salvarse. El mundo perplejo y atónito sigue el desarrollo de la noticia, ávido de información por conocer y entender las causas de tan grave acontecimiento. En medio de todo este caudal de información uno de los pocos sobrevivientes en su relato cuenta que en ningún momento habían sido informados de la gravedad a la que se enfrentaban. Ya cuando el desenlace era inminente recién se percataron de lo delicado de la situación. 
Aun cuando al inicio del recorrido fueron debidamente informados e instruidos con las medidas de seguridad que debían guardar en todo momento, el no estar alertas para el desenlace provocó que solos unos cuantos puedan salvarse. Aquellos quienes sin dudar o cuestionar los procedimientos, siguieron las instrucciones para situaciones como estas lograron salir ilesos, con tan solo algunas magulladuras.
Si bien lo anterior relata un acontecimiento puntual, cuantas veces en nuestra vida nos comportamos de esa manera? Cuantas veces en nuestro diario andar vamos por la vida sin estar preparados para lo que ella pueda depararnos? Jesús dijo a sus seguidores que debían velar y orar en todo momento porque uno no sabe cuándo será el tiempo (Marcos 13:33 parafraseado), y es que en cualquier momento nuestra realidad puede cambiar, y nuestro futuro ser alterado de manera drástica.
Más allá de que podamos o no estar de acuerdo con las Escrituras Bíblicas, más allá que nuestra lógica humana o que nuestra capacidad de raciocinio nos lleve a relativizar o poner en duda lo que en ella está escrito, eso no significa que la misma carezca de valor o que no vaya a suceder lo que dice que sucederá. Jesús dijo que el cielo y la tierra pasarían pero que sus palabras no lo harían (Mateo 24:35 parafraseado), y que el día menos pensado el Hijo del Hombre, Jesús, vendría por su Iglesia, lo cual es mencionado en varias partes de la Biblia por Pablo, por Pedro y hasta inclusive en un libro dedicado exclusivamente a ello, el del Apocalipsis o libro de las Revelaciones.
Está claro que la salvación no es por obras, para que nadie pueda gloriarse por ello, sino por la Gracia Infinita de Dios, por medio de la fe (Efesios 2:8-9 parafraseado), porque no hay nada que nosotros podamos hacer para ser salvos más que creer en nuestro corazón y confesar con la boca que Jesucristo es el Señor a quien Dios levantó de entre los muertos (Romanos 10:9 parafraseado), pero la Palabra de Dios también dice que debemos cuidar esa salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12 parafraseado), y que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:17).
Pero entonces, de qué tipo de obras estamos hablando? Que es lo que podemos hacer para que esa fe no muera?  En el sermón del monte, en el Evangelio de Mateo del capítulo 5 al 7, Jesús enseña a la multitud que lo sigue, sobre una diversidad de temas muy variados, como por ejemplo que debemos ser la sal y la luz del mundo, del amor a los enemigos y el juzgar a los demás, sobre la oración y los juramentos, sobre el afán y la ansiedad, sobre la importancia de hacerse tesoros en el cielo, y otros temas más igual de importantes, y para finalizar, el broche de oro, la cereza de la torta, compara a quienes oyen esas enseñanzas y las ponen por obra con un hombre prudente que edifica su casa sobre la roca, la cual ante la adversidad se mantiene firme, porque está fundada sobre ella (Mateo 7: 24-25 Parafraseado).
Si queremos que todo nos vaya bien, entonces pues obedezcamos la Palabra de Dios, aunque a nuestro parecer sea malo o vaya en contra de nuestros intereses (Jeremías 42:6 Parafraseado), porque ella es lámpara a nuestro pies y lumbrera a nuestro camino (Salmos 119:105). 
Tengamos presente que Dios prefiere la obediencia a los sacrificios, y el prestar atención más que los holocaustos (1 Samuel 15:22 parafraseado), además sabemos que todo resulta para bien a quienes guardan un temor reverencial a Dios (Romanos 8:28 Parafraseado). En otras palabras, deseamos ser aceptos para el Señor, y no desechados por Él? Entonces no desoigamos su Palabra (1 Samuel 15: 23 Parafraseado). Deseamos no ser apartados como hacedores de maldad (Mateo 7:23 Parafraseado)? Pues edifiquemos entonces sobre la Roca que es Cristo, porque después de todo Él es el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre si no es por Él (Juan 14:6), autor y consumador de nuestra fe (Hebreros 12:2).
Seamos sabios, guardemos su Palabra en lo más profundo de nuestros corazones en todo momento, haciendo la voluntad del Padre, y así podremos ser llamados sus hijos. (Mateo 12:50 Parafraseado).