En nuestro cotidiano andar por esta vida, muchas veces las cosas no resultan como nosotros esperamos que sucedan, o simplemente las distintas circunstancias que se suceden en el día a día, pueden desenfocarnos haciendo que la manera en que reaccionemos ante las mismas no sean las adecuadas.
Y es que la mayoría de nosotros, casi todo el tiempo nos comportamos como seres emocionales, que es lo que en realidad somos. En otras palabras, permitimos que nuestras emociones nos gobiernen, que nos dicten la forma en que debemos reaccionar ante determinada situación. Cuando esto ocurre, en realidad lo que estamos haciendo es enfocarnos en nuestra carne, en lo que nosotros queremos o deseamos.
El problema con este tipo de conducta está en que al centrarnos en lo que nuestra carne anhela y desea, nos estamos dirigiendo a la muerte (Romanos 8:6).
A una muerte presente y futura, porque si bien quienes practican los frutos de la carne que se describen en Gálatas 5:19-21, no heredarán el Reino de Dios, en este tiempo, tampoco podremos disfrutar de la vida en abundancia, para lo cual ha venido Cristo a esta tierra (Juan 10:10 parafraseado).
Ocurre que cuando nos dejamos llevar por nuestra carne antes las situaciones difíciles de nuestra vida, estamos demostrando en realidad en que o en quien hemos puesto nuestra confianza. De este modo cuando reaccionamos con amargura, y con preocupación, en realidad estamos demostrando que nuestra confianza la hemos puesto en nuestros recursos, en nuestras capacidades, o peor aún en los hombres, y la Biblia dice claramente que el hombre que confía en el hombre será maldito (Jeremías 17:5 parafraseado).
La confianza se demuestra con la actitud, y es por eso que es muy importante la actitud que tomemos cuando se presenten las dificultades. Tendremos una actitud de desconfianza? De quejas hacia nuestro Señor? O tendremos una actitud de gratitud y alabanza?
Para los que hemos tenido la dicha de conocer a Dios en un encuentro cercano por medio de la fe, tenemos paz para con Dios por medio de la obra de Jesús en la cruz, y también nos alegramos al enfrentar las pruebas, ya que sabemos que las mismas nos ayudan a desarrollar resistencia y firmeza de carácter, fortaleciendo nuestra esperanza, la que no acabará en desilusión (Romanos 5:1-5 NTV parafraseado). Es muy importante que en esos momentos no seamos como las personas de doble ánimo, que son inconstantes en todos sus caminos, como las olas del mar que son arrastradas por el viento de un lado a otro (Santiago 1:6-8 parafraseado).
Es en esos momentos de mayor incertidumbre que más debemos confiar en Dios. Más debemos desarrollar nuestra íntima relación con Él, puesto que Dios no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse. Si dijo que lo hará, así lo va a hacer (Números 23:19 parafraseado).
Como escribió Ruyard Kipling “cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir, tal vez debamos descansar, mas no desistir”. Y donde podemos encontrar ese descanso reparador?
Exacto!!! En Jesús, quien llama a todos los cansados y agobiados, y promete darles descanso (Mateo 11:28 parafraseado). Pero, como y donde lo encontramos? Pues en su Palabra, la cual es viva, eficaz y más cortante que espada de doble filo (Hebreos 4:12 parafraseado). En ella podemos encontrar ejemplo de varias personas quienes permanecieron en su fe a pesar de sentirse abandonados. Pudieron permanecer firmes e inquebrantables, porque le creyeron a Dios cuando dijo que no nos dejaría y no nos desampararía (Hebreos 13:5 parafraseado), que la gloria postrera sería mejor que la primera (Ageo 2: 9 parafraseado).
Jesús nos advierte que allí donde estén nuestros tesoros, allí también estarán los deseos de nuestro corazón (Mateo 6:21 parafraseado). Si estamos fundados en la roca que es Cristo, podrá descender la lluvia, podrán venir los ríos y soplar los vientos contra nuestra casa, pero esta no caerá (Mateo 7:25 parafraseado).
Por eso cuando tomamos una actitud de gratitud y alabanza estamos dándole toda la honra y toda la majestad a quien realmente se la merece. Después de todo, todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere en esta vida, tiene su hora (Eclesiastés 3:1, parafraseado). La vida es tan corta y pasa tan de prisa, que no tiene sentido afligirnos por aquellas cosas que hoy tal vez no las entendemos o comprendemos, sobretodo porque para quienes aman al Señor, todo resulta para bien (Romanos 8:28 parafraseado).
No le demos a satanás la yema del gusto, no olvidemos que él vino para hurtar, matar y destruir (Juan 10,10), por lo tanto es el primer interesado en que reaccionemos de manera indebida. De esta forma no podremos morar al amparo de Dios (Salmo 91).
Tengamos presente las instrucciones del Espíritu Santo a través de Pablo. Estemos siempre alegres, sin dejar nunca de orar. Seamos agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para nosotros, los que pertenecemos a Cristo Jesús (1Tesalonicenses 5:16-18 NTV, parafraseado).