sábado, 18 de octubre de 2014

Las dificultades en nuestras vidas

En ciertas ocasiones de nuestra vida es muy probable encontrarnos atravesando por situaciones que no están dentro de lo planeado, circunstancias no muy agradables, o momentos que, porque no decirlo nos gustaría que fuesen de otro modo, situaciones de todo tipo, financiera, laboral, de salud, de relacionamiento con nuestra familia, con nuestro entorno, etc.
Es muy común, que, en esos casos, busquemos una explicación para lo que estamos atravesando, en decisiones tomadas en el pasado y que afectan nuestro presente, o tal vez en cuestiones que si las hubiésemos hecho de una manera distinta hoy no estaríamos atravesando por esta situación. 
Algunas veces vamos más allá todavía y cuestionamos a Dios, por qué permite que atravesemos por esos caminos? Por qué a nosotros? Si a nuestro juicio, siempre hemos actuado de la manera correcta. Por qué si a nuestro buen criterio, nos catalogamos como hijos obedientes a su Palabra, nos tiene que pasar esto? Por qué no podemos gozar de sus bendiciones? De todo aquello que por justicia nos consideramos merecedores? Y, por si fuera poco, miramos alrededor y a nuestro entender, dichas bendiciones nos corresponden mucho más que a otros. Después de todo no somos malas personas.
Ese dolor que podemos llegar a sentir en esos momentos es capaz de hacer crecer en nuestro corazón las más profundas raíces de amargura y resentimiento, un gran desanimo que puede inclusive impedir que apreciemos todo lo bueno que el Señor ha puesto alrededor nuestro.
La Biblia nos aconseja que, sobre toda cosa guardada, guardemos nuestro corazón porque de él mana la vida (Proverbios 4:23), que guardemos lo bueno y desechemos lo malo, porque de lo que abunda en nuestro corazón, habla la boca (Lucas 6:45). Si permitimos que la amargura, el dolor, el resentimiento y otros sentimientos parecidos dominen nuestro corazón, de nuestra boca solo saldrán palabras de muerte y no de vida, de reproche y no de aliento, de lamentación y no de gozo.
No es que no podamos en algún momento sentirnos angustiados o afligidos. En realidad, el propio Jesús, ya nos advirtió que en este mundo tendríamos pruebas y tristezas (Juan 16:33 NTV), pero también nos dijo que Él ya había vencido al mundo, así que lo importante es asegurarnos de estar con Él. Es por eso por lo que debemos decidir con que actitud enfrentaremos esas circunstancias. Nos vamos a entregar y permitir que crezcan esas raíces de amargura? Daremos rienda suelta a nuestra carne y llenar nuestra boca de quejabanza?.
Recordemos que mientras Pedro tuvo los ojos puestos en el Señor, él pudo caminar sobre las aguas. Y si consideramos que esas aguas, son como los problemas y vicisitudes de la vida; porque convengamos que caminar sobre las aguas no parece una tarea fácil de realizar; y nos enfocamos en Cristo, podremos decir al igual que Pablo, que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. (Filipenses 4:3)
En la carta a los habitantes de Filipo, Pablo enseña cual es la actitud que debemos tener en todo momento, nos dice que no nos preocupemos por nada; que, en cambio, oremos por todo, que presentemos a Dios lo que necesitamos y demos gracias por todo lo que Él ha hecho. Así podremos experimentar su paz, que supera todo lo que podemos entender. Esa paz cuidará nuestro corazón y nuestra mente mientras vivamos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7 NTV).
Obviamente la condición es vivir y permanecer en Cristo Jesús, y esto lo logramos, cuando obedecemos sus mandamientos y permanecemos en su amor (Juan 15:10).
Así que la próxima vez que nos debamos enfrentar a dificultades en nuestra vida, la próxima vez que el enemigo quiera robarnos esa paz y ese gozo; que quiera instalar en nuestra mente, esos pensamientos negativos, recordemos que Jesús nos invita a acudir a Él, pues nos hará descansar. Nos sugiere que le entreguemos nuestra carga y la cambiemos por su yugo que es ligero y fácil de llevar (Mateo 11:28-30). Y por, sobre todo, tengamos siempre presente que Dios habita en el medio de la alabanza de su pueblo (Salmos 22:3).

sábado, 4 de octubre de 2014

El manual del usuario

Cuando adquirimos algún determinado tipo de artículo, es muy común encontrar en la caja un pequeño libro con las instrucciones específicas de cómo sacar el mayor provecho y asegurar el correcto funcionamiento del bien adquirido, es más la lectura y correcta aplicación del mismo en muchos casos, puede resultar una condicionante, para que llegado el caso, podamos ejercer nuestro derecho a reclamar la garantía en ocasión de algún desperfecto de nuestra adquisición.
Que útil nos resultaría contar con un manual de este tipo para nuestra vida cotidiana. Como nos facilitaría la vida!!!!!
Lo que muchos de nosotros desconocemos, es que en realidad, ese manual existe y está disponible para todos, el cual nos ha sido entregado por el propio creador,  con el propósito que lo pongamos en práctica y así poder operar con toda seguridad en nuestras vidas y nuestro cotidiano andar. 
Ese manual es la Biblia, la cual es inspirada por Dios y útil para enseñarnos lo que es verdad, para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto (2 Timoteo 3:16 NTV).
En la misma podemos encontrar enseñanzas y respuestas para cada situación o momento de nuestras vidas.
Así pues en nuestra condición de hijos, como deberíamos conducirnos con nuestros padres? El quinto mandamiento entregado por Dios a Moisés en el monte Sinaí, nos dice que debemos honrar padre y madre (Deuteronomio 5:12), este es el único mandamiento con promesa, ya que si lo ponemos en práctica, nos asegura largura de días a nuestra vida y que todo nos ira bien. Nos invita a obedecerles en todo, porque esto es justo (Efesios 6:2).
Cuando tomamos la decisión de unirnos en pareja para formar una familia, la Biblia nos aconseja que tanto el hombre como la mujer deben dejar padre y madre y unirse en una sola carne (Génesis 2:20), y nos instruye acerca de cuál es el rol que cada uno; hombre o mujer; tiene dentro de la relación (Efesios 5:22-28).
Como padres nos aconseja instruir a nuestros hijos en su camino para que cuando alcancen la madurez no se aparten del mismo (Proverbios 22:6). Nos invita a no provocarlos a ira y a criarlos en amor y disciplina. 
Dependiendo de qué posición ocupemos dentro de la comunidad nos da instrucciones bien claras sobre cómo debemos conducirnos. Nos advierte que el bien que cada uno haga, eso recibirá de recompensa del Señor (Efesios 6:5-9).
La Biblia también nos habla de sobre cómo debemos conducirnos como ciudadanos, que actitud tener en relación a nuestros impuestos, sobre cuál es la conducta que debemos observar en nuestra relación a los demás, etc. En fin, en ella podemos encontrar instrucciones sobre una diversidad de temas cotidianos y cómo conducirnos en una variedad de situaciones de nuestro diario andar que si quisiéramos enumerarlas, la lista sería bastante extensa.
A lo largo del tiempo, las sociedades han aceptado la mayoría de sus enseñanzas; aun fuera de un contexto de relación con nuestro Padre que está en los cielos; como valederas para una convivencia civilizada, o de buena moral.
Sin embargo al igual que ocurre con los manuales de usuarios, nuestro ego y nuestra auto suficiencia, nos lleva a actuar sin detenernos a meditar y evaluar la correcta manera de hacer las cosas. Esta actitud a menudo nos lleva en muchos casos a equivocarnos y cometer errores, los que dependiendo de la situación pueden generar daños irreparables en nuestras vidas presente y futura.
En Josué 1:8 (NTV) encontramos una invitación y a la vez una advertencia que nos entrega el Señor. Nos llama a estudiar constantemente ese libro de instrucción que es la Biblia, a meditar en él de día y de noche para asegurarnos de obedecer todo lo que en él está escrito, pues de este modo nos asegura que no nos equivocaremos y entonces nos irá bien en todo aquello que hagamos.
En otras palabras, de nosotros depende de qué modo transitaremos por esta vida, guiados por nuestro sentido común, que muchas veces es el menos común de los sentidos, o conforme a las instrucciones que recibimos luego de meditar diariamente en este manual del usuario que no es otra cosa que la propia Palabra de Dios, que es viva, eficaz y permance para siempre, aun cuando todo pasa. (1 de Pedro 1:25)