lunes, 27 de febrero de 2017

El genio de la lámpara

Me atrevería a decir que no hay quien no conozca la historia del clásico cuento infantil de Aladino y la lámpara maravillosa, que fue sacado de la obra Las mil y una noches, la que a su vez es una recopilación de cuentos tradicionales de Oriente Medio. El mismo nos relata la existencia de un genio dentro de una botella, el cual cuando es liberado ofrece en recompensa a la persona que lo libera una cantidad determinada de deseos, cuales quiera que estos sean. Este cuento ha servido de inspiración para una buena cantidad de chistes y chascarrillos de los más variados e inclusive hasta una serie de televisión, que los que somos ya un poco mayores tal vez la recordemos, Mi Bella Genio.
A quien no le gustaría encontrarse en la vida real una lámpara como esta, que con solo frotarla aparezca un genio que nos conceda deseos, que, aunque solo sean tres, son suficientes para solucionar varios de los problemas que nos aquejan en nuestra vida diaria y tal vez hasta nuestro futuro.
Los que hemos aprendido a tener una genuina relación de Padre e hijo con nuestro Creador, una que vaya más allá de una relación religiosa, por lo general lo hacemos por uno de dos motivos, por amor o por dolor, y me atrevería a decir que en la gran mayoría de los casos lo hacemos por esta última razón. Llegamos a rendirnos a sus pies llenos de heridas, tal vez con un corazón lastimado por cuestiones del pasado, magullados por los golpes que nos dio la vida, y hasta insatisfechos, sintiendo un gran vacío dentro nuestro. Es por ello que cuando nos dicen que Dios suplirá todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en Cristo Jesús (Filipenses 4:19), muchos pueden llegar a pensar que desde ese instante se acaban las dificultades, los sufrimientos, las necesidades y porque no también las aflicciones. Es como si Dios viniese a suplir en este mundo real la carencia del genio de la lámpara del mundo imaginario, y si bien es cierto, que si nosotros aun siendo malos sabemos dar buenas dadivas a nuestros hijos, cuanto más no nos dará Dios a quienes se lo pidamos? (Mateo 7:11 parafraseado), y aunque es cierto que la Palabra de Dios nos dice que sus pensamientos para con nosotros, son pensamientos de bien y no de mal (Jeremías 29:11 parafraseado), y que lo que Él tiene para los que le aman son cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni subió a corazón de hombre (1 Corintios 2:9 Parafraseado), no es menos cierto que fuimos advertidos por el mismo Jesús que en este mundo tendríamos aflicciones, pero que también no debíamos preocuparnos, puesto que Él ya había vencido al mundo (Juan 16:33 parafraseado).
La cuestión está, en cuál es la motivación de nuestro corazón, qué es lo que nos mueve, y es que muchas veces no recibimos aquello que anhelamos porque lo pedimos mal, lo hacemos para saciar nuestros deleites (Santiago 4:3 parafraseado). No debemos olvidar que Dios escudriña nuestra mente y prueba nuestros corazones, el cual es más engañoso que cualquier otra cosa (Jeremías 17:9-10 parafraseado).
Es que, en realidad, muy dentro nuestro podríamos llegar a suponer que Jesús, siendo el Hijo de Dios, vino a este mundo, para que nosotros pudiésemos conseguir todo lo que anhela nuestro corazón? Pasó lo que pasó en la Cruz del Calvario, tal como la película de Mel Gibson intenta reflejarnos, la cual se acerca bastante a la realidad, aunque esta aun supera a la ficción, para que nosotros podamos saciar nuestras necesidades? Para que cada uno de nosotros podamos conseguir todo aquello que deseamos obtener en esta vida? Era este el Plan Divino?
Es cierto, Jesús vino a libertar a los oprimidos y quebrantados de corazón, a sanar enfermos y a pregonar buenas nuevas a los pobres (Lucas 4:18 parafraseado), pero también les dijo a José y Maria cuando fueron a buscarlo con angustia, que en los negocios de su Padre le era necesario estar (Lucas 2:48-49 parafraseado). Y cuál es ese negocio? De que se trata? Pues bien, de la salvación de las almas que día a día se pierden, que día a día van a parar al infierno en las manos de satanás, porque como dice la Biblia, su pueblo perece por falta de conocimiento (Oseas 4:6 parafraseado).
Jesús dijo que nuestro Padre Celestial sabe de qué tenemos necesidad, pero que busquemos primeramente su Reino y su Justicia, y que todo lo demás nos vendría por añadidura (Mateo 6:32-33 parafraseado), y si dijo que lo hará, así será pues no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19 parafraseado).
Por cierto, en el cuento del genio de la lámpara, en determinado momento el protagonista lo pierde todo en manos de un embaucador, lo que fácil viene fácil se va. Solo logra triunfar sobre la adversidad cuando finalmente obtiene cierto grado de madurez. No esperemos a tener que madurar a la fuerza, acerquémonos pues confiadamente al torno de la Gracia (Hebreos 4:16).