sábado, 21 de marzo de 2015

El camino que nos conduce

A muchos de nosotros nos ha pasado, que para ir a una dirección especifica o llegar a un determinado lugar, es necesario que nos indiquen el camino, que nos muestren como llegar o que por lo menos nos expliquen por donde deberíamos ir para poder llegar a buen destino. En este sentido cualquier método utilizado como soporte es válido, sea un mapa, una explicación verbal o la utilización de la tecnología actual. Aun cuando no tengamos alguien que de antemano nos pueda ayudar con las indicaciones para llegar a destino, hacer uso del popular dicho, preguntando se llega a Roma, puede resultar de mucha ayuda.
En la actualidad existen dispositivos y aplicaciones que nos permiten conocer si vamos por el camino correcto y hasta son capaces de sugerirnos vías alternativas para llegar más rápido al lugar deseado. Algunas de estas aplicaciones pueden mostrarnos cuan congestionado está el trafico más adelante, de modo que podamos optar por vías menos transitadas o más ligeras, las que pueden ayudarnos a llegar más relajados a destino, porque si hay algo que nadie puede negar, es que ir por una vía congestionada o difícil se convierte en una tarea bastante estresante.
Inclusive aun cuando conocemos el camino, puede ocurrir, que si no permanecemos atentos a las señales, corremos el riesgo de equivocarnos al tomar una mala referencia o pasarnos un desvío, lo que puede significar que recorramos durante un largo tiempo un camino que nos conduzca a otro destino o que tengamos que volver por el camino recorrido para poder corregir el rumbo. Otras veces nos sentimos tan seguros de nuestras habilidades y confiamos tanto en nuestro sentido de ubicación, que podemos llegar a demorar bastante tiempo en darnos cuenta que nos hemos equivocado y que el camino que estamos recorriendo no nos llevará a destino.
En otros casos nos puede resultar muy cómodo, y hasta consideramos seguro, seguir a otro que va por delante, alguien de quien pensamos conoce la ruta a seguir, pero que como nosotros está expuesto, por su condición humana o por desconocimiento, a cometer los mismos errores que nosotros; en otras palabras un ciego guiando a otro ciego.
Si bien todo lo expresado hasta aquí, guarda relación con trasladarnos o con viajar de un lugar a otro en esta vida, hay un viaje en el cual es mucho más importante para nosotros asegurarnos que vamos por el camino correcto, un viaje en el que debemos estar seguros al ciento por ciento de que el camino que escojamos nos conducirá al destino deseado, porque errar el mismo puede significar la diferencia entre la vida o la muerte eterna.
En el libro de los Proverbios escrito por el Rey Salomón, el hombre más sabio que ha existido (1 Reyes 3:12), Dios nos advierte, que hay un camino delante de cada persona que parece correcto pero que termina en muerte, y no lo dice una, sino dos veces y con las mismas palabras (Proverbios 14:12 y 16:25 NTV), por lo que salvo, que estemos dispuestos a correr el riesgo, debemos tomar muy en serio esta advertencia.
Unos mil años después, el propio Jesús nos enseñó que solo podemos entrar al Reino de Dios a través de la puerta angosta (Mat. 7:13 NTV) y que la carretera que conduce al infierno es amplia, y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. También nos dijo que Él es el camino, la verdad y la vida, que nadie llega al Padre si no es por medio de Él (Juan 14:6), es decir que no existen caminos alternativos, no hay atajos que nos puedan conducir al Padre si no es a través de Cristo. Pero ahora bien, podría ser que para llegar a Cristo, pensemos que lo podamos hacer buscando diversos caminos, como cuando vamos a tomar una autopista, y primero debemos transitar por caminos secundarios, esto en realidad no es necesario puesto que el propio Jesús dice que Él está a la puerta y nos llama, si le abrimos, Él entrará (Apoc. 3:2), en otras palabras acceder a Cristo solo depende de nosotros, que así lo deseemos de corazón. Durante los tres años que estuvo ejerciendo su ministerio aquí en la tierra, siempre estuvo accesible a la gente, a quien quisiera seguirle. Por qué suponer lo contrario ahora?
Pero al igual que cuando vamos siguiendo las indicaciones que nos va mostrando el camino para llegar a un destino determinado tenemos que estar alertas para no desviarnos, del mismo modo debemos prestar atención, porque Jesús ya nos advirtió que aparecerán muchos falsos profetas que engañarán a mucha gente (Mateo 24:11 NTV), pero Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos. ¡En ningún otro hay salvación! Sino en Cristo Jesús (Hechos 4:16 NTV).