domingo, 25 de diciembre de 2016

Una noche de algarabía

Ya todo está predispuesto para la reunión familiar, los últimos retoques a la mesa fueron realizados antes de que lleguen los invitados. El menú debidamente preparado, los adornos perfectamente colocados. Como es habitual en estas fechas el infaltable intercambio de regalos entre los seres queridos es una demostración de amor y afecto. Para completar el ambiente, de fondo se escuchan villancicos que le dan un toque de paz y serenidad al momento presente. Muchos de nosotros somos muy bendecidos, puesto que no todos pueden identificarse con esta situación.
Tal vez la nostalgia a ratos se adueñe de nuestros corazones por aquellas personas que no nos acompañan está noche porque la distancia o el ciclo de la vida han interpuesto una brecha que nos impide compartir con seres queridos este momento.
Atrás quedan los días previos con el estrés vivido para la organización de la cena, quien traerá que? Donde nos reuniremos? Cuanta gente seremos? Sumado a todo esto el hecho de que la rutina diaria continua con su vertiginosa velocidad, consumiendo las hojas de un calendario que se prepara para iniciar un nuevo ciclo de doce meses, con situaciones y realidades por delante a las que habrá que encararlas con todas nuestras fuerzas.
Ahora ya más relajados nos disponemos a pasar un momento agradable, esperando la medianoche para fundirnos en abrazos y felicitaciones con los mejores deseos de unos para con los otros, y de este modo continuar luego con la velada.
Y aunque es bueno hacer un alto en el año para recordar un acontecimiento tan importante como lo es el nacimiento de nuestro Señor Jesús; el cual fue dado a los hombres porque de tal manera nos amó Dios (Juan 3:16 parafraseado). Deberíamos preguntarnos cuál es el verdadero motivo de esta celebración. Son los buenos deseos? Las demostraciones de amor? Las reuniones familiares? O tal vez la oportunidad de que con el pretexto de estas celebraciones darnos algún gusto o deleitarnos con algo que normalmente durante el año no podamos disfrutar.
Si reflexionamos un poco sobre el acontecimiento que recordamos en estas fechas, deberíamos tener presente que hace dos mil años en Belén nos nació un salvador que es Cristo Jesús (Lucas 2:11 parafraseado), hecho que fue profetizado más de setecientos años antes de que ocurriera por el profeta Isaías durante el reinado del Rey Acaz en Judá (Isaías 7:14).
Treinta y tres años más tarde, ese mismo niño en completa obediencia a su Padre moriría clavado en una cruz, herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, cayendo sobre Él, el castigo de nuestra paz (Isaías 53:5 parafraseado). 
Aun siendo Dios, y habiendo participado en la creación del mundo (Juan 1:3 parafraseado), se hizo hombre y vino a esta tierra a nacer en un establo, para cumplir con el plan divino (Lucas 2:7) y darnos el regalo de la vida eterna (Romanos 6:23 parafraseado).
De esto se trata esta celebración, del cumplimiento del plan de Dios, del cumplimiento de la promesa de restauración entre el hombre y su Creador. Estamos preparados para aceptarla? Nos sentimos dispuestos a aceptar este hermoso regalo? Son preguntas que cada uno de nosotros debemos responder en lo más profundo de nuestro corazón, ya que de la respuesta a las mismas dependerá nuestra conducta futura y por ende nuestro lugar en la eternidad.
Cuando el ángel del Señor se les apareció a los pastores en Belén les dijo que traía buenas nuevas de gran gozo (Lucas 2:10 parafraseado), en otras palabras, una noticia que al igual que a nosotros nos produciría una gran esperanza, porque finalmente la promesa de Dios, de que satanás estaría bajo nuestros pies (Génesis 3:15 parafraseado) se hacía realidad.
Aceptaremos el gozo que nos ofrece el mundo por el deleite de cosas que no perduran y por lo tanto no pueden saciarnos completamente? O nos gozaremos al aceptar el regalo de la vida eterna que nos ofrece Cristo, cuando hace dos mil años vino a este mundo para pagar todas nuestras deudas con nuestro Padre Celestial?
No está mal disfrutar con acciones de gracias de todo lo bueno que Dios pone en nuestra vida pero que no sea ese el foco de nuestra vida sino por el contrario, pongamos los ojos en las cosas del cielo, busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia, que todo lo demás vendrá por añadidura (Mateo 6:33 parafraseado).
Que el Espíritu Santo de Dios, el cual nos ha sido dado para ayudarnos y guiarnos nos recuerde en todo momento que de esto se trata la celebración de esta fecha, que tengamos presente que hace dos mil años, Dios se hizo hombre para pagar la deuda que nos pertenecía.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Con el sudor de tu frente

Desde que Adán y Eva tuvieron la mala idea de desobedecer las instrucciones de Dios en el Huerto del Edén, dejándose llevar por el engaño de satanás, la humanidad entera se ha visto obligada a ganar su sustento diario con el sudor de su frente (Génesis 3:19 NVI). Y esto es así para toda la humanidad sin importar distinción de raza, credo o posición social.
Lo cierto y concreto es que todos debemos trabajar para ganar nuestro sustento y el de nuestra familia, ya sea en relación de dependencia, como profesionales independientes o tal vez como empleadores dando trabajo a otros. De uno u otro modo todos en interrelación con otras personas ya sea en calidad de dependientes, de superiores, de proveedores o clientes, debemos trabajar para cubrir nuestras necesidades primarias y hasta inclusive aquellas cosas no tan primarias y de las cuales disfrutamos. El que no trabaja que no coma sentencia la Palabra de Dios (2 Tesalonicenses 3:10).
En un mundo ideal esta relación debería fluir sin ningún tipo de contratiempos y en perfecta armonía, pero convengamos que esta no es la realidad en nuestro día a día. Las presiones, las urgencias y las situaciones que se presentan, muchas veces nos llevan a enfrentar momentos limites que nos pueden sacar de nuestras casillas y consecuentemente con ellas terminamos reclamando, quejándonos y hasta inclusive maldiciendo a la persona que tenemos enfrente, y en algunos casos peor aún pues lo hacemos a sus espaldas.
Sin importar la situación en la que nos encontremos, o los hechos que puedan originar la fricción, la instrucción de Dios con respecto a cómo debemos conducirnos en situaciones similares es una y es bien clara. La Biblia nos enseña que debemos amar a todos, temer a Dios, y honrar a nuestras autoridades (1 Pedro 2:17 parafraseado) y por autoridades se entiende a toda persona sentada en silla de preeminencia, ya sean estos jefes, clientes, proveedores, etc.
La instrucción va un poco más allá aun de todo raciocinio humano y nos dice que debemos estar sujetos a nuestros superiores con todo respeto, y no solo a aquellos buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar (1 Pedro 2:18 parafraseado). En otras palabras, aun cuando nuestros superiores no se lo merezcan, aun cuando el trato que nos brinden sea deshonesto, y hasta puede que tal vez humillante, aun cuando nuestro corazón y nuestra mente nos llame a dar rienda suelta a los deseos de contienda presentando defensa y exponiendo nuestros argumentos, debemos honrarlos y respetarlos, puesto que esta es la voluntad de Dios para con cada uno de nosotros. No debemos olvidar que hemos sido llamados a no conformarnos a los rudimentos de este mundo, sino por el contrario a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento, hemos sido llamados a obedecer la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para nuestras vidas (Romanos 12:2 parafraseado).
Significa esto que debemos aceptar de buenas a primeras, todo aquello que se nos presente? Todo con lo cual no estemos de acuerdo o consideramos que no es correcto? Pues bien, la Palabra de Dios nos enseña que cuando tengamos alguna cuestión que dirimir con alguien, lo hagamos directamente con esa persona, (Mateo 18:15 parafraseado), y no que vayamos presentando nuestras quejas y reclamos a quien se nos ponga en frente y tenga ganas de escucharnos, y es que, en realidad, debemos sacar de nuestras bocas toda maledicencia (Efesios 4:31) y todo chismerío (Levítico 19:16).
Deseamos que todo nos vaya bien? Deseamos vivir sosegadamente? Me imagino que sí, pues no creo que alguien en su sano juicio pueda disfrutar de una vida llena de contiendas, llena de dificultades y llena de aflicciones. Resulta extremadamente estresante pasar las 8 horas por día o tal vez más que dura la jornada laboral, cinco días a la semana en un lugar donde el ambiente no es agradable, donde las relaciones son difíciles y las circunstancias que se nos presentan requieren de nosotros un esfuerzo adicional constante.
Existe una manera para lograr vivir quieta y reposadamente, y es orando en todo momento por toda persona en eminencia, es decir por todas aquellos quienes que de alguna u otra manera ejercen autoridad sobre nosotros, ya sean nuestros jefes, nuestros clientes y hasta por las propias autoridades de nuestra nación (1 Timoteo 2:1-2 parafraseado). Honrémoslos con sencillez de corazón, como a Cristo no sirviendo al ojo humano, como quien quiere agradar al hombre, sino como siervos de Cristo (Efesios 6:5-6 parafraseado), haciendo todo, ya sea de palabra o de hecho en el nombre de Jesús, dando gracias a Dios (Colosenses 3:17 parafraseado), poniendo los ojos en las cosas del cielo y no de esta tierra (Colosenses 3:2).

lunes, 31 de octubre de 2016

Un Sistema Binario

Que en la actualidad la informática y la tecnología juegan un papel importante no creo que nadie lo puede negar. Cada vez más son los espacios ocupados por la tecnología en nuestro diario vivir, a tal punto que cuando por algún motivo nos vemos obligados a prescindir de ellos en nuestras actividades, nos sentimos atados de manos, a tal punto que parecería ser que no existe tarea posible de llevar a cabo si la tecnología no está disponible.
A medida que el tiempo transcurre cada vez son más los dispositivos que se van sumando al espectro de artefactos controlados por la ciencia informática. En otras palabras, informatizados, controlados por diminutos microprocesadores que le dan una serie de instrucciones a velocidades casi imperceptibles. Para explicarlo de un modo más sencillo una serie de instrucciones lógicas combinadas de si y no, representados por un sistema binario de dígitos 0 y 1,
pueden lograr el perfecto funcionamiento de un equipo básico como una calculadora de bolsillo, hasta sofisticados sistemas que colocan al hombre en el espacio, pasando por una variedad inmensa e inimaginable de artículos, dispositivos, equipamientos, y áreas.
Si nos detenemos y nos analizamos a nosotros mismos, podríamos decir que los seres humanos funcionamos de un modo bastante parecido. Ante cada situación que se nos presenta tenemos dos opciones de comandos o alternativas para decidir, las cuales obviamente a su vez van a generar otras dos opciones de si y no, y así sucesivamente. Siempre vamos a poder escoger entre estas dos opciones, las cuales van a generar consecuencias para nuestra vida, y ante las que vamos a tener que sentar una nueva postura, y asi de este modo por el resto de nuestra vida. Puede que nos tomemos un tiempo para pensar y decidir, pero siempre las opciones entre las que vamos a tener que elegir van a ser dos. Un camino o el otro. No existen medias tintas.
La Biblia dice que Dios pone delante nuestro la vida y la muerte, la bendición y la maldición, y nos invita a escoger la vida para que vivamos nosotros y nuestra descendencia (Deuteronomio 30:19 parafraseado). Lo que quiere decir que muchas de las decisiones que hoy tomemos no solo nos van a afectar a nosotros, sino también a nuestra descendencia, del mismo modo como nosotros nos vemos afectados por las decisiones de nuestros antepasados, razón por la cual debemos ser sabios para tomar las mejores decisiones.
Pero donde buscar esa sabiduría que nos asegure que cuando lleguemos al final del camino y miremos para atrás podamos decir que hemos tomado las mejores decisiones? Nuestra experiencia y el mundo que nos rodea muchas veces son la fuente de una sabiduría que nos orienta para actuar en determinado sentido, el cual a nuestro criterio es el camino correcto. También el sentido común nos puede ayudar en otras ocasiones, pero debemos tener presente que ese sentido común a menudo es el menos común de los sentidos, y por si fuera poco la sabiduría de este mundo es insensatez para Dios (1 Corintios 3:19).
Entonces donde buscar esa sabiduría, una que no pueda ser calificada de insensata? Bueno pues he aquí que la verdadera sabiduría es el temor reverente a Dios, y la verdadera inteligencia el apartarse del mal (Job 28:28 parafraseado).
Dios dice que clamemos a Él y nos responderá, nos mostrará grandes cosas ocultas y que desconocemos (Jeremías 33:3 parafraseado), por lo tanto, si en verdad deseamos adquirir la verdadera sabiduría, esa que nos ayude a tomar las mejores decisiones para nuestra vida y nuestra descendencia, debemos recurrir a la fuente de ella, la cual es la Escritura, que está inspirada por Dios, y es útil para hacer sabio al hombre para la salvación de su alma y la de su descendencia (2 Timoteo 3:15-16 parafraseado).
Dios nos manda que ante todo adquiramos sabiduría y que por sobre todas nuestras posiciones adquiramos inteligencia (proverbios 4:7). Esta es la adquisición suprema!!!
Los hombres desde nuestros inicios hemos buscado la sabiduría, la hemos buscado en todas partes. A lo largo de nuestra historia hemos evolucionado y adquirido cada vez más conocimiento, lo cual nos ha llevado a lo más profundo del mar, y hasta el espacio exterior en la búsqueda constante por adquirir conocimiento, suponiendo tal vez que cuanto más conozcamos, cuanto más sepamos, más sabios y más inteligente seremos, pero lo cierto es que aun cuanto más poseamos, cuanto más tengamos, si no tenemos a Dios en nuestro corazón, seguiremos estando vacíos, seguiremos tomando malas decisiones, las que no solo nos afectarán a nosotros sino que también a nuestras generaciones.
Entonces guardemos pues sus mandamientos y pongámoslo por obra, esta es nuestra sabiduría y nuestra inteligencia ante los ojos de los demás (Deuteronomio 4:5-6 parafraseado). Una de dos opciones, 0 o 1, sí o no.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Por nuestros propios medios?

“A trabajar porque el único que me va a dar todo en la vida soy yo mismo” y “Trabajo todos los días porque yo no heredé nada. Todo me lo gano yo solo” son dos frases que llamaron mi atención en una de las tantas pasadas diarias por las redes sociales. Meditando sobre las mismas a simple vista se podría decir que son motivadoras, puesto que nos invitan a esforzarnos para conseguir lo que anhelamos, y no a esperar que nos caiga de arriba como un hecho fortuito.
Ambas frases encierran un peligro encubierto muy grande si las miramos a la luz de Palabra de Dios que es la Biblia, puesto que según ambas el hombre por sus propios medios puede lograr todo lo que se proponga y satisfacer sus necesidades, con lo cual niega la provisión y la necesidad de Dios en su vida declarándose autosuficiente. Y es que el ser humano desde la fundación del mundo se vio tentando por el enemigo a ignorar y desobedecer a Dios, inclusive incitándolo a creer que podría llegar a ser igual a Dios (Génesis 3:4). 
Cuando uno compra esa mentira termina por creer que, con mucho trabajo, esfuerzo y dedicación, se consiguen los objetivos y se alcanzan las metas. por lo que queda expuesto a la altivez de espíritu y el orgullo, lo que conduce a la destrucción y la caída (Proverbios 16:18 NTV parafraseado).
Pero, nos hemos detenido alguna vez a preguntarnos de donde vienen nuestras habilidades y capacidades? O porque nacimos con tal o cual característica que nos permite sobresalir? Nos hemos cuestionado porque tuvimos la suerte de estar en determinado momento o circunstancias que hicieron posible que alcancemos logros, los se convirtieron en puntos de inflexión en nuestra historia?, O simplemente los disfrutamos?.
Dios dice que nos formó las entrañas aun cuando estábamos en el vientre de nuestra madre, y que fuimos hechos por sus manos (Salmos 139:13 parafraseado), que aun antes de que naciéramos ya nos conoció (Jeremías 1:5 parafraseado). Por lo tanto, todas nuestras cualidades, todas nuestras características se las debemos a Él. La Biblia nos dice que de Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan (Salmos 24:1), y que, de Él, por Él y para Él son todas las cosas (Romanos 11:36), podemos no estar de acuerdo, y suponer que Dios no tiene nada que ver con nuestra genética o con las oportunidades que se nos presentan en la vida, sobre todo porque no somos iguales, y no todos tenemos las mismas oportunidades, y adicionalmente involucrar a Dios en todo en nuestra vida puede significar que Él también sea responsable por aquello que no nos agrada, o que tenga que elegir entre dos que persiguen el mismo resultado, pero solo uno puede obtenerlo, pero lo cierto y lo concreto es que en su soberanía fuimos predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1:11).
Significa esto que debemos sentarnos a esperar que todo venga o se solucione de la noche a la mañana como por arte de magia en nuestras vidas, si de todos modos ya todo está predestinado? De ninguna manera, la Palabra de Dios es bien clara en este punto, el que no trabaja que no coma (2 Tesalonicenses 3:10 parafraseado). Como consecuencia de la caída del hombre en el Edén, Dios sentenció a la raza humana a ganarse el alimento con el sudor de su frente (Génesis 3:19 parafraseado), por lo tanto, para poder lograr las cosas en nuestra vida vamos a tener que esforzarnos y poner de nuestra parte la mayor de las veces.
Dios siempre hace las cosas en equipo. Así cuando los israelitas tomaron posesión de la tierra prometida, la instrucción fue precisa, esfuérzate y se valiente le dijo a Josué, y no una sino tres veces, con la promesa de que Él estaría con ellos (Josué 1:6-9), promesa que también es para nosotros. Cuando Jesús resucito a Lázaro también lo hizo trabajando en equipo, Él lo llamó, pero fue Lázaro quien tuvo que salir de la tumba (Juan 11:43).
Por supuesto que podemos tratar de hacer las cosas por nuestros propios medios, y hasta inclusive podríamos obtener los resultados que buscamos, pero deberíamos preguntarnos si será de bendición, o si traerá dolor y aflicción a nuestra vida. 
Los seres humanos fuimos dotados con la capacidad de tomar decisiones, y aunque todo nos es licito, no todo nos conviene y nos edifica (1 Corintios 10:23 parafraseado), por eso hagamos lo que hagamos, hagámoslo para la Gloria de Dios (1 Corintios 10:31 parafraseado), unidos a la vid que es Cristo porque separados de Él nada que lleve buenos frutos podremos hacer (Juan 15:5 parafraseado)

miércoles, 31 de agosto de 2016

Para todos por igual

En el capítulo 20 del Evangelio de San Mateo, Jesús narra la parábola de los trabajadores de la viña. En pocas palabras se trata de un padre de familia que sale a buscar obreros para que trabajen en su viña. A lo largo de toda la jornada fue contratando gente que cumpliera con la labor asignada, y al final del día abona a todos quienes trabajaron en su viña el mismo salario, tanto a los primeros como a los últimos. Quienes trabajaron tan solo una hora como aquellos que cumplieron una jornada más extensa, recibieron la misma paga, hecho que lógicamente originó el disgusto de estos últimos, que debido a que habían trabajado más horas, suponían que su paga sería mayor.
Muchas veces nosotros actuamos al igual que estos obreros con relación a las bendiciones que esperamos recibir del Señor, damos por descontado que la bendición que nos corresponde debería estar en directa relación al cumplimiento de tal o cual mandamiento, o de determinada obra. 
Es como si quisiéramos condicionarle a Dios, que por el hecho de ser obedientes a sus leyes y mandamientos Él está obligado a otorgarnos aquello que nuestro corazón anhela o desea. En otras palabras, y por si fuera poco muchas veces al escuchar los testimonios de otros sobre como el Señor obró de tal o cual manera sacándolo de una difícil situación, nos volvemos propensos a pensar que por el simple hecho de acercarnos más a Dios encontraremos el camino para salir de lo que nos agobia u obtener aquello que anhelamos, convirtiéndolo en una especie de fórmula mágica para obtener nuestros deseos. Hago esto a cambio de que me concedas aquello, o por mi obediencia estoy exento de pasar por determinada situación y todos mis problemas deberían esfumarse. 
No estoy diciendo que Él no pueda hacerlo, porque después de todo, si nosotros siendo malos, sabemos dar buenas dádivas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre que está en los cielos no nos dará buenas cosas a quienes se lo pidamos? (Mateo 7:11 parafraseado). 
En otras ocasiones, cuando a pesar de toda nuestra supuesta obediencia, no estamos recibiendo sus promesas, podemos caer en el error de suponer que nuestras faltas y nuestros pecados son tan graves que nos impiden alcanzarlas. Es como si nuestras fallas fuesen imperdonables, con lo cual volvemos a Dios un mentiroso, porque su Palabra dice que si nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda nuestra maldad (1 Juan 1:9 parafraseado); y por si esto fuera poco su misericordia es buena y se renueva cada mañana (Lamentaciones 3:23 parafraseado). No quiere decir que nuestros actos y nuestras malas decisiones no tengan consecuencias que puedan afectar nuestro presente, y con las cuales tendremos que convivir mientras duren. Es como el clavo retirado de la madera que deja su imborrable huella.
Es por eso que debemos cuestionarnos muy seriamente cuales son las intenciones con las cuales nos presentamos ante Dios. Vamos tras las bendiciones de Dios o vamos tras el Dios de las bendiciones?, Qué es en realidad lo que nos motiva? 
No nos olvidemos que aquel que escudriña nuestros corazones conoce también las intenciones del mismo (Romanos 8:27 parafraseado), o en otras palabras nada podemos ocultarle, porque aun antes de que haya palabra en nuestras bocas, el Señor ya lo sabe todo (Salmos 139:4 parafraseado).
Jesús fue bien claro cuando nos dijo que debíamos poner los ojos en las cosas del cielo, y entonces todo lo demás vendría por añadidura, nos enseñó que debemos poner los ojos en las cosas del cielo y todo lo demás será añadido (Mateo 6:33) porque todo aquello que se ve es temporal, pero lo invisible es eterno (2 Corintios 4:18 parafraseado). 
Entonces, cuál es el secreto para poder atravesar los desiertos de nuestra vida lo más rápido posible? Qué se interpone entre nosotros y las bendiciones que Dios nos tiene preparadas? Pues rendirnos totalmente a Dios, y a su voluntad. Dejar de argumentar con Él y entregarnos por completo al propósito que nos preparó a cada uno. El ejemplo más palpable lo tenemos en Jesús quien en el Huerto de los Olivos sujetó su voluntad a la del Padre (Marcos 14:36 parafraseado). Aun cuando era totalmente consciente de todo lo que le vendría por delante, se enfocó en el propósito para el cual había venido, y no en su propia voluntad. Y sabemos que para quienes aman al Señor todas las cosas les resultan para bien (Romanos 8:28 parafraseado), y esto incluye a las dificultades, las penurias y los problemas.
Finalmente, para poder heredar las promesas del Señor para nuestra vida, debemos desarrollar principalmente dos frutos del Espíritu Santo que son la fe y la paciencia (Gálatas 5:22 parafraseado) porque son ellas, la fe y la paciencia las que heredan dichas promesas (Hebreos 6:12 parafraseado). Y aun cuando al igual que algunos héroes de la fe no alcancemos estas promesas, sino que las contemplemos desde lejos (Hebreos 11:13), tenemos la certeza que al igual que aquel a quien consuela su madre, así nos consolará nuestro Padre Celestial (Isaías 66:13 parafraseado).

domingo, 31 de julio de 2016

Una cita marcada

Conduciendo de regreso a la oficina luego de que la cita programada con el proveedor del servicio fuera cancelada, la molestia que sentía por quien faltó al encuentro previamente agendado y programado no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. No podía entender como una empresa tan grande, pueda tratar de ese modo a sus clientes, y no una, sino dos veces!!!! Era una total falta de respeto!!!
En un mundo tan competitivo, donde la oferta es amplia y los consumidores somos cada vez más exigentes, es inconcebible ser tratado con tanto desprecio. Parecería que el tiempo de uno, no tuviese valor. Para completar, el servicio de atención al usuario me tenía en espera pues llamadas anteriores a la mía estaban siendo atendidas. 
Es de suponer que con la mala experiencia que particularmente estaba teniendo, seguramente eramos muchos los que queríamos quejarnos del mal trato recibido por parte de tan prestigiosa empresa.
Estos pensamientos me acompañaron durante varios kilómetros, con el correspondiente efecto multiplicador en mi sentimiento de frustración, ira e impotencia. El que a su vez producía una mayor irritación. Para ser bien claros, en ese momento mi carne tenía un total dominio sobre mi persona.
Cuando finalmente la calma fue volviendo a mí, y el dominio propio apareció nuevamente, el Señor empezó a hablarme al corazón. A mi mente saltaron los cuestionamientos de cuántas veces en la vida nosotros actuamos de ese mismo modo con nuestros prójimos? Cuántas veces faltamos a citas previamente acordadas? Pero por supuesto que en nuestro caso existirán mil y un motivos para explicar por qué no podemos asistir, y los mismos tendrían el peso de mil razones. Todas ellas muy valederas y bien fundamentadas, tanto que el no reconocerlas sería una total falta de consideración.
Finalmente, en las últimas cuadras antes de llegar a destino, una pregunta aguda y punzante sonó dentro mío. Una pregunta cuya respuesta confrontó mi corazón terriblemente, porque cuántas veces, los que nos hacemos llamar hijos de Dios, al iniciar nuestras actividades diarias dejamos de lado a nuestro Padre Celestial? Cuántas mañanas al levantarnos vamos directo a iniciar la jornada y dejamos esperando a quien nos regala la oportunidad de vivir un nuevo día? Cuántas veces no asistimos al encuentro matutino con nuestro Padre, quien, en su amor infinito, nos regala cada mañana un nuevo día para que nos gocemos y alegremos en Él? (Salmos 118:24 parafraseado).
Dios nos ha escogido aún antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), y nos dice que Él será un Padre para nosotros y nosotros seremos sus hijos (2 Corintios 6:18 parafraseado) y como tales su Palabra nos llama a ser imitadores de Cristo (1 de Corintios 11:1 parafraseado), quien padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas (1 Pedro 2:21).
Escudriñando los Evangelios, encontramos que Jesús se apartaba para orar a lugares desiertos (Lucas 5:16). En otra ocasión siendo de mañana, aún en la oscuridad de la noche, se retiró al desierto a orar (Marcos 1:35-37 parafraseado). Inclusive en el momento de su más dura prueba, cuando debía ser entregado para cumplir con el propósito para el cual había venido a este mundo, se retiró a orar al Padre buscando su fortaleza para todo lo que debía enfrentar en ese momento (Lucas 22:41). 
Jesús nos enseñó que al orar no lo hagamos con vanas repeticiones y que lo hagamos en la intimidad de nuestra privacidad (Mateo 6:5-7 parafraseado), además a través del sacrificio de Cristo ahora tenemos entrada libre (Hebreos 10:19-20) y podemos disfrutar de su presencia y asimismo acercarnos confiadamente para buscar su ayuda y su socorro (Hebreos 4:16).
Además, por otro lado, a lo largo de toda la Biblia podemos darnos cuenta que la misma se trata de que Dios siempre ha buscado al hombre y no por el contrario como nuestro enemigo el diablo nos quiere hacer creer, que somos los hombres quienes creemos tener la necesidad de buscar a Dios. Pero ya sabemos que él es el padre de la mentira (Juan 8:44 Parafraseado).
Por lo tanto, si en verdad deseamos ser encontrados con un corazón conforme al corazón de Dios al igual que David (Hechos 13:22 parafraseado), hagamos como Él y de mañana temprano busquemos al Señor, asistamos a la cita marcada con nuestro Señor, alimentemos nuestra alma sedienta de Él, y veremos su Gloria y su Poder en nuestra vida (Salmo 63:1-2 parafraseado).

lunes, 30 de mayo de 2016

La cultura del Microondas

Al regreso de la oficina, ya entrada la noche, cuando el hambre apremia y la fatiga de un día intenso ha consumido las pocas fuerzas que restan en el cuerpo, nuestro cerebro busca como calmar el deseo de una rica cena antes de ir a la cama.
Por suerte nuestra sociedad actual ha evolucionado tanto y no solo tecnológicamente hablando, sino hasta el punto de que, en las tiendas podemos encontrar comida lista y preparada para solo darle un golpe de horno, et voila!, la cena está servida! Máximo 3 minutos y podremos saborear un buen plato de comida.
Pensándolo bien, para los tiempos ajetreados que vivimos hoy en día es una magnifica solución, nos ahorra un montón de tiempo, que en otro caso deberíamos invertir en la cocina. Imaginemos llegar a casa alrededor de las 19 hs., y en ese momento recién predisponernos a preparar desde cero la cena; decidir que preparar, buscar los ingredientes y pasar por todo el proceso que empelaban antes nuestras madres para poder servir un sabroso y recién preparado plato de comida, y si a eso le sumamos el tiempo posterior para dejar todo limpio y en orden, terminaríamos descansando cerca de la medianoche. Definitivamente la idea del microondas suena fantástica, más aún cuando al día siguiente debemos levantarnos temprano para iniciar una nueva jornada. No es que los adelantos tecnológicos sean malos, al contrario, muchos de ellos nos hacen la vida más fácil, el problema radica cuando esa comodidad por llamarla de algún modo empieza a volverse en una forma de hacer las cosas, cuando creemos que todo en la vida se consigue con solo apretar un botón con el dedo, y entonces empezamos a ir por la vida como en una autopista de alta velocidad tratando de conseguir todo ya!, porque todo es para ayer!, y no hay tiempo que perder.
Pero, qué pasa cuando nuestros planes y proyectos se demoran?. Cuándo se los encomendamos a Dios, pedimos su intervención divina, y sin embargo vemos transcurrir el tiempo sin siquiera acercarnos ni remotamente a ese fin anhelado?
En la Biblia encontramos algunos ejemplos de personas que, aunque recibieron revelación de parte de Dios, el camino para llegar a buen puerto antes que una hermosa autopista de superficie lisa fue en realidad un tormentoso empedrado con las piedras con las puntas para arriba.
En el capítulo 37 del libro del Génesis, la Biblia narra la historia de uno de estos casos: un hijo de Jacob, llamado José, a quien Dios le había mostrado que lo pondría por encima de sus hermanos y de su padre; cosa que lógicamente produzco la envidia y los celos de sus demás hermanos; al punto que lo vendieron como esclavo, yendo a terminar en Egipto.
Que mal inicio para alguien que había recibido una promesa divina de ser levantado por sobre los demás. Y por si fuera poco, por mantenerse fiel a sus principios, cuando todo parecía en cierta forma reencausarse, dos capítulos más adelante, viene la esposa de Potifar a empeorar las cosas (Génesis 39). Lo concreto es que termina en la cárcel, olvidado por aquella persona a quien había ayudado.
En síntesis, tuvieron que pasar 24 años para que pueda ver la promesa del Señor hecha realidad en su vida, y en todo ese tiempo vemos que la mano del Señor y su misericordia estaban con él.
La historia de José no es el único caso. En el primer libro de Samuel, encontramos la historia del Rey David, quien fue ungido por el profeta a la edad de 17 años para ser Rey de Israel, cosa que ocurrió aproximadamente 20 años después, y en el transcurso de ese tiempo su vida no fue precisamente color de rosas, muy por el contrario, su antecesor lo buscaba para matarlo, vivía escondido en una cueva, huyendo, pero aun así dice la Biblia que terminó sus días en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria (1 Crónicas 29:28), y por si fuera poco el propio Dios dio testimonio de él diciendo que halló en David un varón conforme a su corazón quien haría todo lo que Dios quería (Hechos 13:22 parafraseado), aun cuando su vida no fue perfecta (2 Samuel 11).
En ambos casos encontramos un factor común, y es la obediencia a Dios y a su Palabra, porque después de todo como dice la misma Biblia, el temor del Señor es la sabiduría y apartarse del mal la inteligencia (Job 28:28). Es cierto que existe siempre la posibilidad de ir por la vía rápida, pero existen caminos que al hombre parecen rectos, pero su fin son caminos de muerte (Proverbios 16:25).
El Espíritu Santo nos invita a no imitar la conducta de este mundo, a que permitamos que Dios nos transforme cambiando nuestra manera de pensar, para entonces conocer su voluntad para cada uno de nosotros, la cual es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2 NTV parafraseado), porque después de todo, nos prometió que no nos dejaría y no nos desampararía (Hebreos 13:5 parafraseado), que a su tiempo hará que todo sea cumplido (Isaías 60:22 parafraseado), y si Él dijo que lo haría, no lo hará? Dios no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse! (Números 23:19).

jueves, 31 de marzo de 2016

Armados hasta los dientes

Cada mañana cuando sale el sol, un nuevo día comienza, y con la aurora que llega nos aprestamos para enfrentar una nueva jornada, llena de proyectos, de planes y actividades que nos proponemos emprender, rutinas que cumplir, cuestiones que enfrentar, confiados en nuestras capacidades y fortalezas, dando por descontado que al final del día podremos hacer un balance de todo aquello y programarnos para el día siguiente, así sucesivamente todos los días de nuestra vida.
Muchas veces, ocurre que en medio de ese trajinar diario se presentan situaciones que nos sacan de nuestra zona segura o de confort, cosas que quizás escapen a nuestro control o no, pero, que impliquen algún tipo de trastorno en nuestra vida y que tal vez puedan ocasionarnos algo de estrés, ansiedad y porque no también preocupación, porque una cosa es segura y es que en este mundo tendremos aflicciones. Ya nos los advirtió el propio Jesús (Juan 16:33 parafraseado). 
En el capítulo 6 de su carta a los Efesios, el apóstol Pablo nos dice que no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. (Efesios 6:12 NTV)
Entonces, la pregunta es, como reaccionar en esos casos? Como prepararnos para esas situaciones? Estamos librados a lo que podamos hacer con nuestras propias y limitadas fuerzas? La verdad es que no tenemos por qué enfrentar solos dichas situaciones. Es más no deberíamos esperar llegar a una situación extrema para activar nuestras armas de defensas.
Józef Poniatowski un militar polaco, mariscal imperial del ejercito de Napoleón Bonaparte, decía que la mejor defensa es el ataque, y si lo analizamos detenidamente parecería una apostura bastante acertada, porque después de todo el que pega primero pega dos veces.
Entonces, si el mundo está bajo el maligno, (1 Juan 5:19 parafraseado), y si su único objetivo es matar, robar y destruir (Juan 10:10 parafraseado), con qué armas podríamos enfrentarnos a este enemigo? 
Pues bien, las armas de nuestras milicias no son carnales, sino que son poderosísimas en Dios para destruir cualquier fortaleza (2 Corintios 10:4 parafraseado), por lo tanto, que mejor que vestir la armadura de Dios para así después de la batalla todavía estar firmes (Efesios 6:13 NTV parafraseado). Defendamos nuestra posición, poniéndonos el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios, calzados los pies con la paz que proviene de la Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo, a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levantemos el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pongámonos la salvación como casco y tomemos la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios, pero por sobre todo oremos en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manteniéndonos alerta y persistentes en nuestras oraciones (Efesios 6: 14-18 NTV parafraseado).
Debemos ser sobrios y velar en todo momento porque nuestro adversario anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8 NTV parafraseado), por lo tanto, debemos orar sin cesar (1 tesalonicenses 5:17), sin afanarnos por nada, sino que sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias (Filipenses 4:6 parafraseado). En otras palabras, estás triste? Ora!, Estás angustiado? Ora!, Estás feliz? Con más razón ora y agradece al Señor (Santiago 5:13 parafraseado), pero por favor no lo hagas con vanas repeticiones (Mateo 6:7 parafraseado) sino derramando tu corazón delante de Dios, porque, que padre no ansia tener una relación así con su hijo?
Jesús nos enseñó que si pedimos recibiremos, y que si buscamos hallaremos, y que cuando llamemos se nos abrirá (Lucas 11:9 parafraseado), y que si pedimos en su nombre recibiremos, para que nuestro gozo sea cumplido (Juan 16:24), porque después de todo, acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? (Lucas 18:7 parafraseado). Porque, si nosotros siendo malos, sabemos dar buenas dádivas a nuestros hijos, cuanto más nuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se lo piden? (Mateo 7:11 parafraseado).
Busquemos a Dios de madrugada, al arrancar nuestra jornada, en la intimidad de la oración, Él anhela tener ese encuentro con nosotros, encomendémosle nuestro día y su diestra nos sostendrá, será nuestro socorro y a la sombra de sus alas nos regocijaremos (Salmo 68 parafraseado), y aun cuando andemos en valle de sombra y de muerte no temeremos mal alguno porque su vara y su callado nos infundirán aliento (Salmo 23:4 parafraseado).
Será nuestro escudo protector y estaremos armados hasta los dientes para enfrentar los desafíos de cada día, porque después de todo, para aquellos que aman al Señor todo resulta para bien, aun las dificultades (Romano 8:28 parafraseado).

lunes, 29 de febrero de 2016

Estado Civil: Casado

Días atrás conversando con un grupo de amigos, surgió la pregunta sobre cuál pensábamos era el motivo por el cual habíamos contraído matrimonio, porqué cada uno de nosotros habíamos tomado la decisión de compartir nuestras vidas con nuestras respectivas parejas dando por sentado que entre nosotros está presente el amor hacia nuestro cónyuge, sobretodo atendiendo al hecho de que el mismo es una decisión antes que un sentimiento.
Entonces, cual era el motivo que nos había llevado a tomar esa decisión? Las respuestas que empezaron a surgir fueron de las más variadas, así unos decían que, para poder sentirse realizado, o para cumplir su propósito en la vida, otros porque visualizaban su futuro en la vejez al lado de esa persona con la que mantenían una relación de noviazgo en ese momento, y por supuesto la consabida y hasta si se quiere trillada respuesta de para ser feliz o para alcanzar la felicidad, y formar una familia.
La verdad que todas estas respuestas suenan muy bien, son bastante altruistas, pero encierran una trampa dentro de ellas, y es que estamos poniendo en manos de otras personas metas y objetivos que deseamos alcanzar a través de una decisión tomada por nosotros. Somos nosotros los que queremos sentirnos realizados, somos nosotros los que queremos pasar el resto de nuestra vida con esa persona tan especial que obviamente nos hace sentir bien, somos nosotros los que queremos ser felices hasta el fin de nuestros días en esta tierra. Nos damos cuenta que todo gira nuevamente entorno a nosotros?
La realidad es que cuando decidimos dar ese paso que implica unir nuestras vidas a la de alguien más por el resto de nuestros días, estamos tomando un compromiso que encierra una gran responsabilidad, porque, en primer lugar, es un pacto, y como tal no puede ser disuelto, no por lo menos delante de Dios, aunque los rudimentos de este mundo nos quieran hacer creer lo contrario, porque ya sabemos que el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19). 
Entonces, si es un pacto para toda la vida, porque hoy en día la tasa de matrimonios que terminan en divorcio, con todo el dolor que llegar a esa situación conlleva, va en aumento, tanto para matrimonios jóvenes, como para los que ya llevan bastante tiempo juntos?
Será en realidad, que nuestra respuesta a la pregunta del principio está equivocada? Que en vez de girar en torno a lo que nosotros anhelamos para nuestro futuro debería enfocarse en lo que podemos hacer nosotros por nuestra pareja?
Como hijos amados de Dios, fuimos llamados a ser imitadores de Él (Efesios 5:1 parafraseado), lo cual significa que nuestro matrimonio debería reflejar la relación de Cristo con su Iglesia, Él cual la amo al punto de entregarse a sí mismo por ella (Efesios 5:25 parafraseado).
Ese amor ágape o incondicional, lo encontramos definido en el capítulo 13 de la primera Carta a los Corintios, ahí en el versículo 5 encontramos que el amor no busca lo suyo, y si no busca lo suyo, entonces en quien se enfoca? Correcto!! En un grupo de dos, si uno no es el centro, solo queda la opción del otro.
Es cierto que muchas veces las circunstancias que nos rodean y que pueden llegar a envolver nuestra relación, pueden terminar ocasionando tales daños que, si la misma no está fundada sobre la roca que es Cristo, va a terminar por derrumbarse (Mateo 7:25), y es que los problemas y las aflicciones no van a dejar de formar parte de nuestras vidas, nos lo advirtió el propio Jesús (Juan 16:33).
Entonces como hacer para fundar nuestra relación sobre la roca?, Como logramos que las dificultades diarias no terminen por desmoronar la estructura de nuestro matrimonio? La Biblia dice en Eclesiastés 4:12 que cordón de tres hilos no se rompe fácilmente, por lo tanto, si a la ecuación de marido y mujer la agregamos la presencia de Cristo, los rudimentos de este mundo no podrán prevalecer contra ella, porque después de todo Él ya venció al mundo (Juan 16:33).
Es cierto que el día a día puede resultar bastante agotador o irritante, que en pos de luchar por la continuidad de nuestra relación debamos ceder no una, sino que varias veces a lo que nosotros consideramos nuestro derecho, pero al igual que el apóstol Pablo si con Cristo juntamente estamos crucificados, todo resulta más fácil, puesto que, al estar crucificado, estamos muertos y saben qué? Los muertos no se irritan, los muertos no reclaman, los muertos no ceden.
No es fácil!!! Puede resultar una tarea muy difícil, pero a Jesús pasar por el calvario de la cruz tampoco le resulto una tarea sencilla. Nuestra carne tal vez sea muy débil para poder resistir, la lucha diaria. Nuestra debilidad puede hacer que queramos tirar la toalla en algún momento, pero su Gracia nos es suficiente porque su poder se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9 parafraseado)

domingo, 31 de enero de 2016

Una acertada decisión

Muchas veces en nuestra vida nos encontramos en posición de tomar decisiones que van a afectar indefectiblemente para bien o para mal a nuestro futuro.  Estas decisiones pueden ser de carácter laboral, cuando por ejemplo debemos tomar la decisión de cambiar de trabajo, o profesional, como cuando debemos decidir qué carrera profesional seguir, etc. Dependiendo de nuestro carácter y de la seguridad que tengamos en nosotros mismos en algunos casos es muy probable que busquemos ayuda o consejo para tomar la decisión acertada, aun cuando nos fundemos en nuestro propio juicio siempre buscaremos que la opción que tomemos sea la mejor alternativa de todas, y es que nadie en su sano juicio optaría por un camino que a sabiendas vaya a perjudicar su futuro y el de su entorno más cercano.
Pero nadie, ni aun nuestra propia experiencia y conocimientos puede asegurarnos el éxito de la decisión adoptada, ya que por lo general existen muchas variables que no podemos controlar por más experiencia y títulos que podamos ostentar. Siempre van a existir cuestiones que escapen de nuestro control.
Qué hacer entonces? Donde buscar esa orientación que minimice los riesgos? En que parte encontrar las respuestas a las preguntas que nos ayuden evitar las consecuencias de una mala decisión?
La respuesta es muy simple, la Biblia dice que de tal manera amó Dios al hombre que nos ha dado a su único Hijo para que todos los que en Él crean tengan vida eterna y no se pierdan (Juan 3:16 parafraseado).
Quiere decir que, si de esa forma nos amó, con ese mismo amor está dispuesto a orientarnos y ayudarnos en todo lo que hagamos y emprendamos, siempre y cuando lo pongamos a Él en el lugar que le corresponde. Pablo lo dice de esta manera, “para quienes aman al Señor, todo les resulta para bien, para los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28 parafraseado). En otras palabras, para quienes anteponen a Dios en todas sus decisiones, y aceptan su orientación, todo va a resultar para bien, aun cuando a primera vista los resultados no sean los esperados.
Pero qué significa poner a Dios en primer lugar? Básicamente podríamos decir que significa hacer su voluntad, tener en cuenta que es lo que Él desea para nosotros, aun cuando su repuesta pueda diferir de manera diametralmente opuesta a lo que nosotros anhelamos, como dijo Jesús en el huerto de los Olivos la noche en que iba a ser entregado, “que no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 24:42).
En otras palabras, ya no importa que es lo que deseo, o que, y cuáles son nuestros anhelos, sino por el contrario nos enfocamos en cuál es la voluntad del Padre, sometemos nuestra conducta y nuestro accionar a su guía, a su orientación.
Y cómo lo logramos? Cómo podremos saber cuál es su voluntad para nuestra vida? Bueno pues para ello debemos conocerlo en toda su dimensión, cosa que lo logramos cuando tenemos una íntima comunión con Él, cuando lo buscamos todos los días de nuestra vida, y en todo momento de la misma, cuando reconocemos nuestras limitaciones, cuando aceptamos que apartados de Él nada bueno podremos lograr.
El problema está cuando a causa de nuestro orgullo y nuestra soberbia no queremos aceptar esta realidad. Cúantas veces atribuimos el logro de nuestros planes y objetivos a nuestra capacidad, a nuestro esfuerzo? No queriendo admitir que fue Dios quien nos proveyó de tales cualidades? Cuantas veces atribuimos a nuestro esfuerzo y dedicación el logro de nuestras metas desconociendo que, en el vientre de nuestra madre, por Él hemos sido formados, que ahí Él ya nos conoció (Jeremías 1:5 parafraseado).
Podemos no aceptar que esto sea así, podemos querer no reconocer la verdad, relativizar su Palabra, cegados nuestro entendimiento por medio de falsas doctrinas, pero no por ello deja de ser cierto. El propio Jesús lo dijo cuándo oro al Padre por sus discípulos, “tu Palabra es verdad” (Juan 17:17).
Es como querer desconocer las leyes de la gravedad y arrojarnos al vacío pensando que nada malo nos pueda suceder. Del mismo modo cuando no aferrarnos a nuestro orgullo, cuando desconocemos la autoridad de Dios en nuestras vidas, estamos adoptando una actitud de rebeldía que nos lleva directamente a la muerte, ya que, para Dios, la rebelión es tan pecaminosa como la hechicería (1 Samuel 15:23 NTV), y los que practican la hechicería no entraran al Reino de Dios cuando Jesús vuelva por su Iglesia (Apocalipsis 22:15 parafraseado).
Por eso seamos sabios y no andemos en consejo de malos, sino que en la ley de Jehová este nuestro deleite, meditemos en su Palabra de día y de noche, entonces seremos como árboles plantados junto a corrientes de agua, que da sus frutos a su tiempo y todo lo que hagamos prosperara (salmos 1:1-3 parafraseado).