La letra de una canción popularizada por Frank Sinatra dice “Sé que estoy en paz pues la viví a mi manera”, aduciendo a que ha vivido la vida a su manera y que está en paz pues fue él quien dictó los caminos a seguir, postura que suena muy razonable, puesto que lo lógico es que uno asuma las consecuencias de sus propias decisiones.
Podemos decir que nuestra vida es la suma de decisiones y acciones llevadas a cabo a lo largo de nuestra existencia, y la mayoría de nosotros cuando emprendemos algo o nos proponemos una tarea, lo hacemos pensando en conseguir un resultado, en lograr un objetivo, o en otros términos una recompensa personal, ya sea esta material, o bien la satisfacción del alma, guiados por el altruismo o por ayudar según nuestro punto de vista a que la realidad de otros sea mejor.
Podemos decir que nuestra vida es la suma de decisiones y acciones llevadas a cabo a lo largo de nuestra existencia, y la mayoría de nosotros cuando emprendemos algo o nos proponemos una tarea, lo hacemos pensando en conseguir un resultado, en lograr un objetivo, o en otros términos una recompensa personal, ya sea esta material, o bien la satisfacción del alma, guiados por el altruismo o por ayudar según nuestro punto de vista a que la realidad de otros sea mejor.
Muchas veces adoptamos una actitud sumamente activa, siendo nosotros mismos los impulsores de la acción, lo que puede generarnos un sin número de situaciones conflictivas, o en otros casos una posición pasiva, que puede resultar muy cómoda porque tal vez nos evite conflictos con nuestro entorno, pero lo cierto es que una u otra postura nos traerá consecuencias, algunas buenas y otras malas.
La verdad es que si queremos disfrutar de una vida sin mayores sobresaltos, existe una única manera de hacer las cosas, lo cual no significa que no vayamos a enfrentar dificultades, sino que debemos ser capaces de diferenciar las aflicciones por las que atravesamos en el recorrido de nuestra vida y de los resultados negativos de determinadas decisiones tomadas durante la misma. Las primeras son momentáneas mientras lo segundo permanece en el tiempo, hasta que seamos capaces de corregir el rumbo.
La verdad es que si queremos disfrutar de una vida sin mayores sobresaltos, existe una única manera de hacer las cosas, lo cual no significa que no vayamos a enfrentar dificultades, sino que debemos ser capaces de diferenciar las aflicciones por las que atravesamos en el recorrido de nuestra vida y de los resultados negativos de determinadas decisiones tomadas durante la misma. Las primeras son momentáneas mientras lo segundo permanece en el tiempo, hasta que seamos capaces de corregir el rumbo.
El ser humano en su orgullo y en su soberbia, producto del ADN pecaminoso que lleva en sí mismo, ha escogido apartar a Dios de las decisiones cotidianas de su vida, encerrándolo en el mejor de los casos, dentro de una religión, como un agregado de su entorno, excluyéndolo de cada decisión que toma en el día a día. Lo grave de esta situación está, en que apartados de Dios nada vamos a lograr, porque es Él el que concede sabiduría! De su boca provienen el saber y el entendimiento (Proverbios 2:6 NTV).
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, por lo que, aun cuando aquello que nos impulse esté cargado de buenos propósitos, si no está en línea con el plan de Dios, aunque a priori los resultados parezcan los esperados, tenemos que estar seguros que al final habrá llanto, muerte y destrucción, porque hay camino que al hombre le parece recto, pero que termina en muerte (Proverbios 14:12 NTV), y esa muerte muchas veces no significa precisamente la muerte física, sino que mientras estemos en este mundo enfrentaremos discusión, rencillas, miseria humana y económica, etc.
Pero quienes han aprendido a tener una relación con ese Dios bondadoso que de tal manera amó al mundo, que entregó a su hijo unigénito, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna (Juan 3:16), esa manera de hacer las cosas la encuentran descrita en su Palabra, pues ella enseña a hacer lo que es correcto (2 Tim. 3:16 NTV). Para quienes su Palabra es lámpara que guía sus pies y luz para el camino (Salmos 119:105 NTV), estos son transformados por medio de la renovación del entendimiento, comprobando la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios (Romanos 12:2), la que enriquece pero no añade tristeza (Proverbios 10:22).
En algunos casos nosotros mismos queremos “contribuir” o “ayudar” a que se cumpla esa voluntad divina, nos sentimos capacitados para ayudar a nuestro creador en el cumplimiento de sus promesas, algo similar al plan de Sara, cuando la promesa de Dios de bendecirlos a ella y a Abraham con un hijo se dilataba (Génesis 16), y ya sabemos cómo eso resultó, hasta hoy en día los descendientes de Isaac e Ismael, viven enfrentados, porque en algún momento quisieron darle una “mano” al plan de Dios, olvidándose que Él no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19), y por tanto si lo prometió lo hará.
Por eso busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia, por encima de todo, lo cual significa sujetarnos bajo su autoridad, bajo su gobierno y todo lo demás será añadido (Mateo 6:33). El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende.
Ciertamente son rectos los caminos del Señor, en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes (Oseas 14:9 NVI). Pongamos todo lo que hagamos en las manos del Señor, y nuestros planes tendrán éxito (Proverbios 16:3 NTV), osea busquemos su orientación y su guía en cada decisión, en cada pensamiento, en cada plan que tengamos, en otras palabras hagámoslo a su manera y no a la nuestra, bajo su diseño y no el que nos pueda resultar más cómodo, y toda su gloria se manifestará en nuestra vida, Que feliz es el que teme a Jehová, todo el que sigue sus caminos (Salmos 128:1 NTV), porque al igual que David, acabará en buena vejez, habiendo disfrutado de una larga vida, riquezas y honor (1 Cronicas29:28 NTV). Como lo advierte el apóstol Pablo en su primera carta a los corintios, por más que todo nos es licito, no todo nos conviene o nos edifica (1 Corintios 10:13).
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, por lo que, aun cuando aquello que nos impulse esté cargado de buenos propósitos, si no está en línea con el plan de Dios, aunque a priori los resultados parezcan los esperados, tenemos que estar seguros que al final habrá llanto, muerte y destrucción, porque hay camino que al hombre le parece recto, pero que termina en muerte (Proverbios 14:12 NTV), y esa muerte muchas veces no significa precisamente la muerte física, sino que mientras estemos en este mundo enfrentaremos discusión, rencillas, miseria humana y económica, etc.
Pero quienes han aprendido a tener una relación con ese Dios bondadoso que de tal manera amó al mundo, que entregó a su hijo unigénito, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna (Juan 3:16), esa manera de hacer las cosas la encuentran descrita en su Palabra, pues ella enseña a hacer lo que es correcto (2 Tim. 3:16 NTV). Para quienes su Palabra es lámpara que guía sus pies y luz para el camino (Salmos 119:105 NTV), estos son transformados por medio de la renovación del entendimiento, comprobando la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios (Romanos 12:2), la que enriquece pero no añade tristeza (Proverbios 10:22).
En algunos casos nosotros mismos queremos “contribuir” o “ayudar” a que se cumpla esa voluntad divina, nos sentimos capacitados para ayudar a nuestro creador en el cumplimiento de sus promesas, algo similar al plan de Sara, cuando la promesa de Dios de bendecirlos a ella y a Abraham con un hijo se dilataba (Génesis 16), y ya sabemos cómo eso resultó, hasta hoy en día los descendientes de Isaac e Ismael, viven enfrentados, porque en algún momento quisieron darle una “mano” al plan de Dios, olvidándose que Él no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19), y por tanto si lo prometió lo hará.
Por eso busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia, por encima de todo, lo cual significa sujetarnos bajo su autoridad, bajo su gobierno y todo lo demás será añadido (Mateo 6:33). El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende.
Ciertamente son rectos los caminos del Señor, en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes (Oseas 14:9 NVI). Pongamos todo lo que hagamos en las manos del Señor, y nuestros planes tendrán éxito (Proverbios 16:3 NTV), osea busquemos su orientación y su guía en cada decisión, en cada pensamiento, en cada plan que tengamos, en otras palabras hagámoslo a su manera y no a la nuestra, bajo su diseño y no el que nos pueda resultar más cómodo, y toda su gloria se manifestará en nuestra vida, Que feliz es el que teme a Jehová, todo el que sigue sus caminos (Salmos 128:1 NTV), porque al igual que David, acabará en buena vejez, habiendo disfrutado de una larga vida, riquezas y honor (1 Cronicas29:28 NTV). Como lo advierte el apóstol Pablo en su primera carta a los corintios, por más que todo nos es licito, no todo nos conviene o nos edifica (1 Corintios 10:13).
