“A trabajar porque el único que me va a dar todo en la vida soy yo mismo” y “Trabajo todos los días porque yo no heredé nada. Todo me lo gano yo solo” son dos frases que llamaron mi atención en una de las tantas pasadas diarias por las redes sociales. Meditando sobre las mismas a simple vista se podría decir que son motivadoras, puesto que nos invitan a esforzarnos para conseguir lo que anhelamos, y no a esperar que nos caiga de arriba como un hecho fortuito.
Ambas frases encierran un peligro encubierto muy grande si las miramos a la luz de Palabra de Dios que es la Biblia, puesto que según ambas el hombre por sus propios medios puede lograr todo lo que se proponga y satisfacer sus necesidades, con lo cual niega la provisión y la necesidad de Dios en su vida declarándose autosuficiente. Y es que el ser humano desde la fundación del mundo se vio tentando por el enemigo a ignorar y desobedecer a Dios, inclusive incitándolo a creer que podría llegar a ser igual a Dios (Génesis 3:4).
Cuando uno compra esa mentira termina por creer que, con mucho trabajo, esfuerzo y dedicación, se consiguen los objetivos y se alcanzan las metas. por lo que queda expuesto a la altivez de espíritu y el orgullo, lo que conduce a la destrucción y la caída (Proverbios 16:18 NTV parafraseado).
Pero, nos hemos detenido alguna vez a preguntarnos de donde vienen nuestras habilidades y capacidades? O porque nacimos con tal o cual característica que nos permite sobresalir? Nos hemos cuestionado porque tuvimos la suerte de estar en determinado momento o circunstancias que hicieron posible que alcancemos logros, los se convirtieron en puntos de inflexión en nuestra historia?, O simplemente los disfrutamos?.
Dios dice que nos formó las entrañas aun cuando estábamos en el vientre de nuestra madre, y que fuimos hechos por sus manos (Salmos 139:13 parafraseado), que aun antes de que naciéramos ya nos conoció (Jeremías 1:5 parafraseado). Por lo tanto, todas nuestras cualidades, todas nuestras características se las debemos a Él. La Biblia nos dice que de Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan (Salmos 24:1), y que, de Él, por Él y para Él son todas las cosas (Romanos 11:36), podemos no estar de acuerdo, y suponer que Dios no tiene nada que ver con nuestra genética o con las oportunidades que se nos presentan en la vida, sobre todo porque no somos iguales, y no todos tenemos las mismas oportunidades, y adicionalmente involucrar a Dios en todo en nuestra vida puede significar que Él también sea responsable por aquello que no nos agrada, o que tenga que elegir entre dos que persiguen el mismo resultado, pero solo uno puede obtenerlo, pero lo cierto y lo concreto es que en su soberanía fuimos predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1:11).
Significa esto que debemos sentarnos a esperar que todo venga o se solucione de la noche a la mañana como por arte de magia en nuestras vidas, si de todos modos ya todo está predestinado? De ninguna manera, la Palabra de Dios es bien clara en este punto, el que no trabaja que no coma (2 Tesalonicenses 3:10 parafraseado). Como consecuencia de la caída del hombre en el Edén, Dios sentenció a la raza humana a ganarse el alimento con el sudor de su frente (Génesis 3:19 parafraseado), por lo tanto, para poder lograr las cosas en nuestra vida vamos a tener que esforzarnos y poner de nuestra parte la mayor de las veces.
Dios siempre hace las cosas en equipo. Así cuando los israelitas tomaron posesión de la tierra prometida, la instrucción fue precisa, esfuérzate y se valiente le dijo a Josué, y no una sino tres veces, con la promesa de que Él estaría con ellos (Josué 1:6-9), promesa que también es para nosotros. Cuando Jesús resucito a Lázaro también lo hizo trabajando en equipo, Él lo llamó, pero fue Lázaro quien tuvo que salir de la tumba (Juan 11:43).
Por supuesto que podemos tratar de hacer las cosas por nuestros propios medios, y hasta inclusive podríamos obtener los resultados que buscamos, pero deberíamos preguntarnos si será de bendición, o si traerá dolor y aflicción a nuestra vida.
Los seres humanos fuimos dotados con la capacidad de tomar decisiones, y aunque todo nos es licito, no todo nos conviene y nos edifica (1 Corintios 10:23 parafraseado), por eso hagamos lo que hagamos, hagámoslo para la Gloria de Dios (1 Corintios 10:31 parafraseado), unidos a la vid que es Cristo porque separados de Él nada que lleve buenos frutos podremos hacer (Juan 15:5 parafraseado)
Buenísimo! Gloria a Dios.
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