Que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre, es la sentencia con que la mayoría de las celebraciones matrimoniales cierran la ceremonia en sí. Una frase mencionada en la Biblia (Mateo 19:6), y que más allá de una simple expresión de deseo, es en realidad una advertencia para ambos cónyuges, sobre la importancia que tiene para Dios el matrimonio, el cual fue instituido por Él en los orígenes de la creación.
No es bueno que el hombre este solo dijo, por eso hagámosle una ayuda idónea (Génesis 2:18), y más adelante en Génesis 2:24, nos aclara que el hombre y la mujer dejaran a su padre y a su madre para ser una sola carne.
Pero que significa que la mujer será nuestra ayuda idónea, y qué implica que seremos una sola carne entre los dos? Y es que en realidad, aunque ambos hemos sido creados a semejanza de Dios, tanto el hombre como la mujer tenemos ciertas características que a su vez nos diferencia a uno de otro, es decir que existen determinadas áreas, en las que para que nuestra vida sea plena, precisaremos del otro, áreas en las que para estar completos vamos a necesitar indefectiblemente de las habilidades y capacidades de nuestra pareja. Porque solo así vamos a poder funcionar. Imaginémonos una pinza, es como si quisiéramos que sea útil con una sola de las manijas. En otras palabras, desde el momento en que aceptamos transitar juntos con la persona elegida el resto de nuestra vida, ya no seremos seres individuales, sino que por el contrario pasamos a ser como una fusión de dos sustancias, las que una vez unidas, ya no pueden separarse en sus componentes iniciales. Para clarificar mejor tomemos dos macillas de diferentes colores, de esas que utilizan los niños para jugar y mezclémoslas, luego tratemos de separarlas en sus colores originales, resulta imposible!!!! De la misma manera dos personas que han unido sus vidas no podrán volver a su estado inicial por más que decidan separarse, podremos dividirnos pero nunca separarnos. Desde el momento en que nos unimos en pareja nuestras almas quedan fusionadas de la misma manera que estas macillas.
Es lógico suponer que en esta convivencia cotidiana, este fusionarse hasta convertirse en uno solo, surgirán en algún momento situaciones de crisis o conflicto que generen alguna aflicción, de hecho el mismo Jesús ya nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicción, pero también nos dijo que Él ya había vencido al mundo (Juan 16:33), por lo tanto el secreto para poder cumplir con esta advertencia de no separar lo que Dios unió, está justamente en tener a Cristo dentro de la relación de pareja, porque como está escrito la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente (Eclesiastés 4:12 NVI), y si construimos nuestro hogar sobre la roca firme que es Cristo, guardando sus enseñanzas, podrán venir las tormentas, pero no prevalecerán contra él (Mateo 7:24-25, parafraseado).
Entonces cuáles son esas enseñanzas con relación al matrimonio? Que deberíamos observar para poder cumplir con su mandamiento de permanecer juntos (1 Corintios 7:10-11)? Por ejemplo en el capítulo 3 de la carta a los habitantes de Coloso, encontramos instrucciones bien precisas, a nivel personal y familiar sobre cómo debería ser nuestra vida en Cristo, haciendo morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de nosotros, o en otras palabras muriendo a nuestra carne y a sus frutos. Más bien viviendo guiados por el Espíritu de Dios, amando a nuestras esposas, no tratándolas ásperamente, para que ellas a su vez se sujeten a nosotros, porque este es el diseño de Dios para nuestras vidas. Pablo lo repite en el capítulo 5 de la carta a los Efesios y Pedro lo refuerza en el capítulo 3 de su primera carta.
Y es que en realidad el amar a alguien nada tiene que ver con los sentimientos. Es una decisión totalmente racional que debemos tomar cada día, porque en eso consiste el amor, en hacer lo que Dios nos ha ordenado, y Él nos ha ordenado que nos amemos unos a otros (2 Juan 1:6 NTV).
No nos dejemos llevar por las filosofías y argumentos falsos que no se apoyan en Cristo y que nada tienen que ver con el plan de Dios (Colosenses 2:8 parafraseado), los que buscan socavar los cimientos de nuestra obediencia a su Palabra. Satanás está muy interesado en que el pacto matrimonial no se cumpla, atacándonos con todo tipo de pensamientos, pues de ese modo no solo nosotros estamos expuestos a sus acusaciones, sino que además exponemos también a nuestra descendencia (Deuteronomio 5:9 parafraseado). Debemos ser muy conscientes de que cada decisión que tomamos afecta a nuestras siguientes generaciones. El enemigo sabe muy bien que la mejor manera de destruirlas, es destruyendo a las familias, lo que logra por medio de la división y desunión de las parejas.
Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los insignificantes días de vida que Dios te haya dado bajo el sol. La esposa que Dios te da es la recompensa por todo tu esfuerzo terrenal nos aconseja la Biblia (Eclesiastés 9:9 NTV), y esa es una decisión que depende de cada uno de nosotros, hombre y mujer, porque lo que Dios ha unido nadie debe separarlo.
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