Un tiempo atrás fui a comprar una notebook, y como era de esperarse lo primero que hice al llegar a casa fue encenderla, configurarla e instalarle los programas que necesitaba, conexión a internet, una suite de ofimática y todo estaba listo para utilizarla.
Como la mayoría de los usuarios, ante los cuadros de diálogos de acuerdo de licencia que iban apareciendo le daba aceptar dando por descontado su contenido, después de todo quien tiene tiempo para leer el extenso texto, yo estaba apurado por empezar a utilizar mi flamante compra.
Si nos ponemos a pensar, este mismo patrón de conducta lo solemos llevar a la práctica con la mayoría de nuestras adquisiciones, como en un acto de soberbia, asumimos que conocemos el funcionamiento de casi todas las cosas que forman parte de nuestra vida cotidiana como televisores, teléfonos inteligentes, radios, en fin, de cualquier electrodoméstico y de lo que no conocemos, pues bueno intuitivamente lo hacemos, es cuestión de sentido común! Aunque muchas veces es el menos común de los sentidos.
Llegado el momento si nos vemos en la necesidad de reclamar al fabricante, ya veremos cómo lo hacemos, desconociendo que tal vez nos exhiban nuestra conformidad del acuerdo y por ende perdamos todo el derecho a cualquier reclamo.
Cuanta similitud con la manera en cómo solemos encarar las instrucciones de Dios para nuestra vida y que están contenidas en el libro de libros, la Palabra de Dios que es la Biblia.
Cuando Josué iba a conducir al pueblo judío a la conquista de la tierra prometida, Dios le dijo que iba a estar con él como estuvo con Moisés, le prometió que no lo dejaría ni lo desampararía, (Josué 1:5), él por su lado debería esforzarse y ser valiente para cuidar y hacer conforme a la ley de Moisés, sin desviarse a diestra y siniestra para ser prosperado en todo aquello que emprenda (Josué 1:7), y esa instrucción sigue vigente hoy en día para cada uno de nosotros, y es que como Dios es fiel a su Palabra y no puede ir en contra de ella, también a nosotros nos promete que también estará con nosotros y no nos desamparará (Josué 1:5).
Para poder acceder a esta promesa, nosotros debemos hacer nuestra parte, la cual consiste en
esforzarnos y ser valientes, y vaya que son importantes ambas cosas, ya que nos lo repite dos veces más.
Debemos ser valientes para cuidar de hacer lo que en ella esta escrita, esforzarnos para cumplir con su Palabra al 100%, porque si solo cumplimos con el 99% de lo que ella nos manda, ya estamos siendo desobedientes, y en la obediencia hay bendición como lo describe el libro de Deuteronomio en el capítulo 28.
Pero la pregunta que surge, es como podremos poner por obra lo que ella nos enseña, si no conocemos su contenido? Y es que nuestro enemigo, el diablo, se ha encargado al igual que lo hizo con Eva en el Huerto de hacernos dudar de contenido, engañándonos con argumentos falsos, o haciéndonos relativizar su contenido (Genesis 3:1-6). Además, después de todo, los libros que la comprenden fueron escritos hace más de 2000 años. Y esta es la razón por la cual muchos de nosotros, o no la estudiamos o lo hemos dejado de hacer, como nos ha mandado Dios que lo hagamos, de día y de noche (Josué 1:8 NTV).
Satanás sabe que en ella encontramos instrucciones sobre como conducirnos en la vida, sabe que podemos encontrar respuestas a temas tan actuales como por ejemplo la agenda de género y sus intentos de legalizar cuestiones que se contradicen hasta con la propia biología. Sabe que, si nos aferramos a ella, su plan para desviar a los hijos de Dios de su destino no va a poder llevarse a cabo, es por eso por lo que busca la manera de sacarnos el tiempo para estudiar su contenido, para cegarnos el entendimiento haciéndonos dudar de lo que en ella está escrito, solo que al igual que ocurre con las leyes que rigen nuestra convivencia cívica, llegado el momento no podremos alegar en defensa nuestra desconocimiento de ellas, es por eso que debemos esforzarnos y ser valientes, y para ello debemos conocer su contenido, es decir estudiar y meditar en lo que ella nos enseña.
Debemos determinarnos a estudiar su contenido, meditar en lo que en ella está escrito para ponerlo en práctica, con esfuerzo y valentía, y entonces habremos cumplido con nuestra parte, que nos hace acreedores de la promesa de Dios de que Él estará con nosotros y nadie podrá hacernos frente en todos los días de nuestra vida (Josué 1:5 parafraseado), y entonces haremos prosperar nuestro camino y todo nos saldrá bien (Josué 1:8 parafraseado).
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