Gracias a esta sobre exposición de información, los ciudadanos podemos seguir muy de cerca la gestión de nuestras autoridades, evaluar su desempeño y formar, a nuestro juicio una opinión sobre la situación del país que habitamos, ayudando inclusive a la propagación de todo aquello que en nuestra opinión debe ganar estado público, aunque en algunos casos le agreguemos una cuota de sesgo que obedezca a intereses personales o sectoriales.
En otros casos parecería que la interpretación de aquella famosa frase atribuida al Presidente Kennedy, “No preguntes que puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”, seria “critica todo aquello que te parezca mal o con lo cual no estés de acuerdo en tu país”.
Si bien es cierto que como ciudadanos responsables, es nuestra obligación evaluar la gestión de las autoridades de manera consciente, para darles nuestra aprobación o desaprobación por medio del ejercicio del derecho al sufragio, y dando por descontado que ellas deben someterse al imperio de ley y la justicia, en el eventual caso de defraudar la confianza otorgada, eso no nos habilita a maldecir a diestra y siniestra a nuestras autoridades o a nuestra nación, por el contrario debemos ser muy conscientes que eso ofende a Dios (Éxodo 22:28 DHH), y es que en realidad lo que le agrada a Dios es que oremos por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad (1 Tim 2:2 DHH).
La pregunta que surge es, porque Dios estaría interesado en nuestra relación con algo aparentemente tan distante de la Iglesia como podría ser la relación con nuestra autoridades? La respuesta la encontramos en Romanos 13:1-2, donde claramente nos dice que toda persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios. Por lo tanto, cualquiera que se rebele contra la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido, y será castigado (NTV). Es una seria advertencia por parte del Señor, que deberíamos tener muy presente la próxima vez que deseemos darle rienda suelta a nuestra naturaleza humana y maldecir a nuestras autoridades.
Como seres humanos, limitados por nuestros cinco sentidos, tal vez al mirar con los ojos naturales el entorno y todo lo que nos rodea, percibamos una realidad que no sea la ideal, cosas que cambiar o temas pendientes que solucionar, y es aquí donde cobra fuerza la frase del Presidente Kennedy. Como ciudadanos de un país deberíamos involucrarnos activamente en la mejora de nuestra sociedad, en otras palabras ser parte de la solución y no del problema como simples espectadores.
Debemos tener presente que la Palabra de Dios nos dice que debemos llamar a las cosas que no son como si fuesen (Romanos 4:17), porque después de todo eso es la fe, tener la plena seguridad de que recibiremos lo que esperamos; es estar convencidos de la realidad de cosas que aún no vemos (Hebreos 11:1 DHH).
Jesús nos advirtió que un país dividido en bandos enemigos, se destruye a sí mismo y por lo tanto no puede permanecer, vendrá el enemigo y lo asolará (Lucas 11:17 DHH), o por ponerlo en palabras más mundanas “Divide y Vencerás”.
Por lo tanto bendigamos a nuestra nación, a las autoridades, los recursos de nuestro país, sus instituciones y a sus habitantes, pero hagámoslo todos juntos en un mismo espíritu, porque el mismo Jesús dijo que si dos de nosotros nos ponemos de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidamos, su Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en su nombre, Él está allí. (Mateo 18:19-20 NTV).
En Deuteronomio 11:26, Dios nos da a elegir entre la bendición o la maldición, conforme a que elijamos obedecer o no sus mandatos, y es por eso que si queremos vivir con seguridad en la tierra que Él nos da, debemos seguir sus decretos y obedecer sus ordenanzas (Levítico 18:25 NTV).